Milcíades Alejo Vignati, bibliófilo

Su retrato fotográfico.


A la izquierda, el sello húmedo que Vignati colocaba en sus libros. A la derecha, en un ejemplar de la Biblioteca Popular Agustín Álvarez, de Trelew, provincia de Chubut, acompañado por el nuevo ex libris de la institución depositaria.


Machoni, A.: Arte, y Vocabulario de la lengua Lule, y Tonocote, [...] Madrid: Por los Herederos de Juan García Infanzón, 1732. Será posible apreciar este ejemplar en el stand 11 [Librería Armando Vites, de Rosario], en la 18ª Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires.


Noort, Olivier van: Wonderlijcke Voyage, by de Hollanders gedaen, door de Strate Magalanes [...] Amsterdam, Joost Hartgerts. 1648.


Vignati estudia la «amplia serie de negativos» existente en el archivo del Departamento de Antropología para escribir su Iconografía aborigen [...] publicada en el Tomo II de la Revista del Museo de la Plata, Nueva Serie, Antropología, N° 10. Vemos aquí al cacique Sayhueque en un retrato tomado por Samuel Boote en el Tigre, circa 1885-1886, reproducido en la lámina X de aquella obra. Fotografía: Archivo Histórico del Museo de La Plata, negativo ARQ-002-011-0006.


Vignati reprodujo [lámina I] este retrato colectivo en su «Iconografía aborigen I Los caciques Sayeweke, Inakayal y Foyel y sus allegados» [Revista del Museo de La Plata, Nueva Serie, Tomo II, Antropología, N° 10]. La toma fue realizada por Samuel Boote en el Tigre por indicación de Francisco P. Moreno. Circa 1885-1886. Fotografía: Archivo Histórico del Museo de La Plata, negativo ARQ-002-006-0002.

Roberto Ferrari


Alterna sus actividades tecnológicas con investigaciones sobre la historia de la ciencia y de la fotografía en la Argentina.


Es autor de varios libros, así como artículos y ponencias en congresos. Integrante de diversas instituciones, recientemente la Fundación Félix de Azara lo nombró Miembro Honorario.


Por Roberto Ferrari *

Hijo de italianos, Milcíades Alejo Vignati nació y murió en Buenos Aires [1895-1978]. Cursó estudios en la Universidad de Buenos Aires diplomándose de doctor en Ciencias Naturales, y en lo profesional se desempeñó en el Museo y la Universidad de La Plata. Sus trabajos de investigación se centraron en la Patagonia, y en la región del noroeste argentino [NOA]. En Vignati confluyen vertientes que son frecuentes entre los amantes del libro: el placer de la lectura; el de preservar el objeto, como también su aprovechamiento y utilidad como fuente para la historia. Sin fortuna de familia, logró reunir una colección de tempranas obras relativas al territorio que hoy es la República Argentina, y también a los viajeros que se aventuraron a los mares australes, complementándola finalmente con trabajos relativos a los territorios vecinos.

 

Vignati fue un conspicuo vecino de Olivos, provincia de Buenos Aires, localidad donde vivió a partir de los años 30’ en la dirección Victoria 390, luego en Corrientes 1002, trasladándose finalmente en los 50 al domicilio de Agustín Álvarez 1141.

 

La bibliofilia en el Río de la Plata en el siglo XX

 

Diversos autores han estudiado los nombres y méritos de tempranos coleccionistas en la Argentina, por lo cual me focalizaré en los contemporáneos de nuestro biografiado. Los estudios minuciosos de Domingo Buonocore, Rafael Alberto Arrieta, Ricardo Piccirilli, y más recientemente las memorias de diversos libreros, no dan cuenta de Vignati como bibliófilo. Solo he podido ubicar una referencia a su actividad en el círculo de amantes del libro: en las memorias de Leandro Suárez Casariego, publicadas por Longobuco Lavalle, se menciona a Vignati como uno de los asistentes a las tertulias que se realizaban en la afamada librería anticuaria L’Amateur, lugar donde nos consta que Vignati adquiría obras con cierta regularidad.

 

La bibliofilia se desplegó y afirmó en la Argentina durante la primera mitad del siglo XX, donde surgieron dos sociedades de bibliófilos con sede en Buenos Aires. La primera tuvo orientación histórica, fue denominada Bibliófilos Argentinos. Fue creada en 1920 y contó con el auspicio de diversas personalidades como: Juan Ángel Fariní [1867-1934], Rómulo Zabala [1884-1949], Diego Luis Molinari [1889-1966] y Juan Roldán. Esta entidad logró publicar dos facsímiles: el Epítome de la Biblioteca Oriental y Occidental de León Pinelo y La carta a los chiriguanos. Por el procedimiento de suscripción solventaban los gastos de edición, sin embargo, la lista de suscriptores que incluía 80 miembros, no menciona a Vignati. Es probable que, siendo un joven recién salido de la universidad, todavía no estuviese en plan de coleccionista.

 

La segunda entidad se creó en 1928 bajo el nombre de Sociedad de Bibliófilos Argentinos, lamentablemente disuelta hace escaso tiempo. Su orientación artística la llevó a priorizar las ediciones especiales numeradas –a veces también nominadas– de obras literarias. Por lo general las mismas vienen ilustradas, y son editadas por los más prestigiosos establecimientos argentinos o extranjeros, presentándose en rama para su encuadernación en versión de lujo. Muchos coleccionistas prestaron sus ejemplares para diversas exposiciones públicas, pero no he encontrado aún ningún caso en el cual Vignati haya participado activamente con el aporte de alguna obra de su colección.

 

Nuestro bibliófilo fue contemporáneo de Armando Braun Menéndez [1898-1986], con quien se trabó en dura competencia en el coleccionismo de viajeros tempranos al sur del continente, por el mutuo interés en la temática. Braun Menéndez llegó a tener 8000 volúmenes, a su desaparición donados a la Academia Nacional de la Historia de Argentina, otro tanto a instituciones de Chile y finalmente un resto entre sus familiares [1].


La pasión

 

Su aproximación al libro fue amplia y diversa, ya que lo consideró un documento más para sus investigaciones. Por esta razón, no se limitó a las obras anticuarias, sino que también atesoró con avidez todo tipo de material impreso relativo a sus temas de interés, inclusive revistas, folletos y manuscritos.  Sus libros llevan al verso de la portada un sobrio y tenue sello de 45 x 20 mm con la leyenda «Colección Vignati», en tinta azul claro y con dos renglones con las siglas «INV.» y «SIG.», con inscripciones en tinta y lápiz, códigos para la localización en su biblioteca.

 

Es frecuente que el libro usado incluya algún registro de sus sucesivos dueños, sin embargo, esto no es siempre así. El hecho de que incluya el sello de tal o cual librería no es garantía de que el último dueño lo haya adquirido allí; bien puede suceder que lo haya comprado otra persona, y que después la obra se dispersara, ya sea por venta privada o por remate público, sin dejar registro de la cadena de vendedores y poseedores. Gracias a una carta incluida entre las primeras páginas de una obra de su colección, pudimos saber que compraba obras regularmente en la librería Francis Edwards de Londres, y por otro relato escrito se sabe que lo hacía también tanto en la librería L’Amateur, como en el comercio de Ramón Pardo, de Buenos Aires. La compra más temprana que he logrado documentar corresponde a la primera edición del Falkner, A Description of Patagonia, que fue comprada a F. Edwards en 1937, en encuadernación con supra libris de Emilio Méndez.

 

Los ex libris que poseen algunas de las obras de su colección son en su mayoría de origen británico, lo que sugiere que en el extranjero recurría a libreros del Reino Unido. En algunos ejemplares, Vignati conservó el recorte del catálogo del librero con la descripción de la pieza adquirida, donde registró además el año del listado. Aunque no se observan mayores anotaciones en general, a excepción de algunas referencias bibliográficas escritas a lápiz en las páginas preliminares, pero, visto que se trata de obras antiguas, no es posible confirmar el autor de las mismas.


El lapso que va desde sus inicios en el coleccionismo y su muerte, coincide con el  período en que se dispersaron numerosas bibliotecas de coleccionistas de renombre, como, entre las que recuerdo, las de: Estanislao S. Zeballos; Francisco P. Moreno; Alberto Dodero [en Londres]; Clemente L. Fregeiro; Jorge A. Gardner; Matías Errázuriz; Natalio Botana; Oscar Carbone; Raúl Rosarivo; Teodoro Becú; Jorge Beristayn; Antonio Santamarina; Enrique Arana [h]; Eduardo J. Bullrich; Pedro N. Arata [2]; Carlos A. Pueyrredón; Guillermo Kraft y Lorenzo R. Parodi; enumeradas sin orden cronológico [3]. Es muy factible, y hasta esperable, que Vignati haya comprado ejemplares en más de una de dichas oportunidades, como así también que hiciese canjes con otros coleccionistas de forma regular. Todas estas circunstancias dificultan la posibilidad de determinar la secuencia de propietarios sucesivos de un libro, sin embargo, en algunos pocos casos ha quedado algún registro o indicio al respecto.  

 

La gran distancia con el Viejo Mundo afectaba los intereses de los coleccionistas, a los que les llegaban los catálogos de ventas de los proveedores –rematadores y libreros– por correo marítimo con una demora que, no pocas veces, imposibilitaba la confirmación a tiempo de la compra o el pedido, antes de que fuera adquirido por algún otro interesado [4]. Este fue el caso que surge de una carta fechada en 1937, en la que le contestan a Vignati de la librería londinense Francis Edwards que las dos obras de su interés ya había sido vendidas [una de ellas, el viaje de Fitz Roy y Darwin, Narrative of the Surveying Voyages of His Majesty's Ships Adventure and Beagle, 1839 y Morris’s narrative…,1749]. A cambio, el librero le ofreció suministrarle otros ejemplares y, de un tercer libro, le aclararon el costo adicional que tenía el envío por su importante tamaño: el atlas de Rivero/Tschudi, Antigüedades Peruanas, del año 1851.

 

Para catalogar su colección, utilizaba las referencias bibliográficas de autores tales como Brunet [Manuel du Libraire], Sabin [A Dictionary of Books relating to America], Ruiz Guiñazú [Proas de España en el Mar Magallánico] y Santos Gómez [Bibliografía de Viajeros a la Argentina]. Esta última autora tuvo el privilegio de ser recibida por Vignati para registrar los títulos de su colección referentes a viajeros a la Argentina, por lo cual quedaron documentadas en dicha bibliografía. No disponemos de mayor información en relación a la fecha en que comenzó a incursionar en la adquisición de obras antiguas.

 

La temática

 

El corazón de su biblioteca fue, con certeza, de temática americana, con un profundo interés en la antropología, los territorios de la Patagonia, el Estrecho de Magallanes y los tempranos viajeros a la región. Sin embargo, no se limitó a ese aspecto, ya que incluyó también en el área sudamericana, el tema lingüístico de las poblaciones originarias, que le fue de sumo interés, y por lo cual atesoraba primeras ediciones de Machoni [Arte y Vocabulario de la lengua Lule y Tonocote] y de Febres [Arte de la lengua general del reyno de Chile] sobre lenguas del NOA y de Chile.

 

En la colección sorprende la falta de obras de los siglos XVI y XVII. Sin embargo, conocemos una versión que afirma que una parte de ella, con ejemplares del siglo XVI habría sido adquirida por la Universidad Nacional de Cuyo [5], afirmación que no se condice con los que la propia universidad informa en su web, donde comunica haber adquirido solo obras del siglo XIX [6].

 

El compromiso

 

Consciente de la rareza de algunas de las piezas de su colección, Vignati encaró la publicación de ediciones comentadas, en el esfuerzo de divulgar y además tender un puente entre aquellos relatos, y las expectativas e investigaciones de los antropólogos del momento. El suyo no es un caso aislado en la bibliofilia argentina. El científico Dr. Pedro N. Arata [7] [1849-1922] compró el ejemplar que perteneció a Jacques Louis Mandé Daguerre de los contratos que suscribió con su socio Nicéphore Niépce relativos a la invención de la fotografía; en la comprensión de la importancia histórica de dicha documentación, y con la ayuda de su amigo Francisco P. Moreno, dispusieron publicar una reproducción facsimilar de los mismos a la que agregaron una introducción del propio Arata [8]. De manera similar, Vignati creó la colección titulada Viajeros, Obras y Documentos para el Estudio del Hombre Americano, cuyo primer y único título fue Una Narración Fiel de los Peligros y Desventuras que Sobrellevó Isaac Morris [Buenos Aires: Imprenta Coni, 1956, in 8°, 172 p., 5 láminas e índice]. Esta publicación, pagada probablemente de su bolsillo, incluyó una introducción al tema, y 44 páginas de notas eruditas, a la que agregó tres transcripciones de otros documentos: el Diario de Viaje del Jesuita José Cardiel; Craneología comparada del caballo criollo, por Ángel Cabrera y Latorre y otro texto de Cardiel –manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de la República Argentina– todos pertinentes al tema por su relación con derivaciones a partir del texto del naufragio.

 

Es fascinante observar el modo en que Vignati revisó el texto de Morris, seleccionando todo aquel dato que aportara información sobre la vida y las costumbres de los habitantes de la región, sin descuidar la flora y fauna. Resulta así decepcionante que su esfuerzo no lograra el éxito necesario como para permitirle continuar con la colección, que no prosperó. Sin embargo, convencido del valor de esas empresas quijotescas en nuestro árido territorio cultural, ya como académico de número de la Academia Nacional de la Historia, y bajo el auspicio de la misma, publicó en 1964 un texto de Teófilo Schmid: Misionando por Patagonia Austral 1858-1865, con un prólogo y comentarios de su autoría, número I de la Serie Cronistas y Viajeros del Río de la Plata, colección de la cual fue coordinador [Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1964, 251 p.].

 

En 1965 produjo otro título, esta vez se trató del diario manuscrito de Francisco González, de 1798: Diario del Viaje que hizo por Tierra de Puerto Deseado al Río Negro, número II en la Serie Cronistas y Viajeros. Este proyecto muestra a las claras la visión de Vignati: su preocupación por rastrear el manuscrito entre las obras que Pedro de Angelis vendió a la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. A tal fin, realizó la gestión en Brasil y obtuvo una copia para seguidamente transcribirlo y comentarlo [Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1965, 124 p. y 3 láminas]. Es un ejemplo de inteligente preocupación por rescatar desde ese repositorio brasilero una documentación trascendente para la historia argentina, motivación que hasta donde he podido averiguar no ha tenido continuadores.

 

En el mismo año vio la luz el Diario y Memoria del viaje al Estrecho de Magallanes 1865-1866, de Doroteo Mendoza, también con un prólogo y notas suyas [Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1965, 86 p.]. A todas luces, estas tres obras son todo lo que logró editar; ¿se habrá alejado de la actividad, o hubo alguna diferencia entre miembros de la Academia que llevó a la cesación de esa prometedora colección de documentos?

 

Presencia y ausencia de su colección

 

Vignati consideró su colección como un elemento de trabajo, de utilidad para sus investigaciones, a todas luces alejado de las pasiones habituales de posesión y figuración, de modo tal que pudo haber sido reacio a colaborar en exposiciones y otros eventos culturales asociados a la bibliofilia. Sin embargo, sorprende poderosamente la ausencia de referencias a su labor entre los especialistas del libro antiguo; de hecho, en un extenso listado de bibliotecas argentinas [9] elaborado a fin de siglo XX no se lo incluye y la mención por parte de Roberto Vega Andersen es una excepción [10]. Fue Cáceres Freyre quien le dedicó una mención en su nota rememorativa [11], ya que, al haber sido director del Instituto Nacional de Antropología, estuvo más cercano a las actividades de Vignati. Además, el mismo Cáceres Freyre se atribuye haber gestionado la compra de su colección ante la provincia de Chubut, cuestión que abordaré al detallar la dispersión final de la misma.

 

¿Tuvo Vignati relación de amistad con otros bibliófilos? La respuesta debiera ser afirmativa, pero no disponemos de pruebas al respecto. Hemos tenido acceso a una breve correspondencia suya con el ingeniero agrónomo Lorenzo R. Parodi [1895-1966], otro estudioso y poseedor de una colección orientada a su especialidad, pero nada surge en esas cartas de su común interés [12].

 

El estudio de las grandes bibliotecas argentinas, desarrolladas a lo largo de los siglos XIX y XX, nos muestra aspectos visibles de un todo, aunque buena parte permanece aún hoy desconocida. ¿El libro oculta a la biblioteca y la biblioteca oculta al dueño? Sobre Vignati se ha dicho -condenatoriamente- que rehuía el trabajo en campaña, inclinado más al estudio documental, de archivo y de biblioteca [13]. Su colección muestra una dedicación casi obsesiva a la documentación, donde se encuentran diversas obras clave en su edición original y acompañadas con distintas traducciones, señal que su análisis de las mismas era profundo y crítico.

 

El libro como objeto

 

Después de reiteradas miradas a la colección, se revelan al observador ciertos patrones y reiteraciones: encuadernaciones similares en obras de muy variado origen, indicio de que Vignati recurría a un excelente encuadernador local. En breve citaré la referencia al servicio de encuadernación que utilizaba, aportada por Cáceres Freyre.

 

Sin las pretensiones de un coleccionista de encuadernaciones, Vignati deseaba que los libros importantes estuviesen envueltos en una vestimenta acorde, digna, pero sin avanzar con modificaciones sobre la estructura de la obra misma, como resulta evidente en varios ejemplares, como L’Homme Americaine de D’Orbigny, Viaje al país de los Tehuelches de Lista o Viaje a la Patagonia austral de Moreno. Otras obras menores, con lomos deteriorados o con faltantes, no recibieron la atención del restaurador o encuadernador.

 

La configuración de la colección

 

La única descripción de la biblioteca que conocemos publicada en vida de su propietario es la que dejó relatada Cáceres Freyre:

 

Su biblioteca de antropología y temas argentinos era de las más selectas y cuidadas para esa época. Tenía un excepcional mérito, pues sin fortuna personal [solo contaba con sus ingresos de jefe de división en el Museo de la Universidad de La Plata, y los de la cátedra de Antropología, que desempeñaba en la carrera del doctorado en ciencias naturales], había logrado formar un considerable conjunto bibliográfico.

Su colección de viajeros patagónicos de los siglos XVI al XX era excepcional y solo comparable con la que poseyó Armando Braun Menéndez, sin duda la más importante del mundo en esa materia.

Vignati, como buen bibliófilo, recibía constantemente catálogos de librerías anticuarias europeas y americanas. Era sumamente cuidadoso en la encuadernación y restauración de sus libros, sobre todo con las preciosas ediciones para las que buscaba los mejores artesanos, restauradores y encuadernadores, entre ellos las hermanas del Divino Rostro, cuyo colegio está ubicado frente al Museo Argentino de Ciencias Naturales, en Parque Centenario.

Era excepcional su colección de publicaciones referentes al descubrimiento del territorio nacional, como la sección de libros de arte rupestre de Europa y otros continentes.

 

La afirmación de esta reseña sobre obras del siglo XVI no coincide con los registros que sobrevivieron. Por una parte, y como dije más arriba, la Universidad Nacional de Cuyo reconoce haber incorporado parte de la biblioteca de Vignati al tiempo que indica en su sitio web no poseer libros anteriores a 1816 [14]. Además, Santos Gómez, estudiosa de la colección, no registró obras suyas del siglo XVI. Asistido por las diversas fuentes a las que he accedido, he logrado conformar una aproximación parcial a lo que incluyó su biblioteca, ya que en determinado momento fue fragmentada en varias partes; sobre algunas de ellas no dispongo detalle alguno, por lo cual el trabajo solo pretende corregir al menos algunas incongruencias y errores surgidos al poco tiempo de que se dispersara definitivamente. La primera observación es que tuvo un tenor americano, concentrado en el sur del continente, con áreas bien definidas como: Patagonia y Estrecho de Magallanes, el NOA y países limítrofes. Otra incerteza surge sobre la incompletitud de algunas obras, ya que faltan los atlas de varias de ellas, como ser los de Burmeister [Description Physique de la Republique Argentine] y los de Dumont D’Urville [Voyage au Pole Sud et dans l'Oceanie sur les corvettes l'Astrolabe et la Zelee]. ¿Compró ejemplares truncos o los atlas se distribuyeron erróneamente en las otras fracciones en que se dividió la colección?

 

Dispersión de la colección

 

Los rumores

 

A su muerte, allegados intentaron cumplir con su deseo de que la biblioteca mantuviese su unidad en algún repositorio estatal, para lo cual impulsaron gestiones ante el gobierno de la provincia de Chubut, por parte de Rodolfo Casamiquela y Cáceres Freyre. Casamiquela intervino en tratativas para que comprase la biblioteca in toto, pero su gestión fracasó sin quedar clara la razón, aunque sospechamos que fue de índole económica. Si bien en el ensayo que prologa una edición de Claraz [15], Casamiquela dice a pie de página que la colección fue adquirida por la provincia de Chubut, Cáceres Freyre afirmó: «La parte europea de su biblioteca se vendió, primeramente a la Universidad Nacional de Cuyo. Después de su muerte, ocurrida en marzo de 1978, el gobierno de la provincia de Chubut adquirió a sus herederos el remanente de la misma, trámite en el que intervine como director del Instituto Nacional de Antropología, aconsejando su compra sin dilación».

 

Recientemente, en su estudio sobre Juan Cabodi, Guillermo Palombo afirmó que la colección de Vignati se conservaba en la Universidad del Comahue [16].

 

La realidad

 

Las referidas tratativas con la provincia de Chubut resultaron solo parcialmente exitosas, y la colección se dispersó. Una parte se vendió a las Universidades de Córdoba y de Cuyo, otra fue adquirida por el Dr. Mariano Saldivia Iriarte y otra más fue adquirida por la provincia de Chubut, conjunto que fue cedido en comodato a la Biblioteca Popular Agustín Álvarez, de Trelew, provincia de Chubut [17]. El artículo primero del acuerdo declara:

 

«“LA PROVINCIA” entrega en comodato a “LA MUNICIPALIDAD” para ser depositada en la Biblioteca Popular Agustín Álvarez, todos y cada uno de los ejemplares que conforman la Biblioteca conocida como “COLECCIÓN VIGNATTI [sic]” [exceptuando los volúmenes en poder del Doctor Mariano Saldivia Iriarte copropietario de la colección citada] por un plazo de noventa y nueve [99] años.»

 

Las obras que se incorporaron a la Biblioteca Popular Agustín Álvarez llevan un sello adicional junto al del coleccionista.


Recientes contactos a lo largo del año 2025 con la sucesión del Dr. Saldivia permitieron reconstruir los vaivenes de la colección y adquirir la única parte de la misma en manos privadas, unas 150 obras. Dicho conjunto se conservó en cajas por décadas, preservando su contenido.

 

Muchos bibliófilos han expresado alegría ante la posibilidad de la dispersión de su colección, que permitiría que sus queridas piezas pasen a manos de otros, que las aprecien y disfruten tanto o más que ellos.

 

Otros, entre ellos recientemente Umberto Eco, prefirieron que su colección se incorporara a un ámbito universitario.

 

En el caso de la colección Vignati, vemos que imprevistamente ambos destinos se cumplieron. 


* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


Notas:

1] Palombo, G. 2025, comunicación personal.

2] Esta biblioteca se dividió en tres partes: una fracción quedó en manos de un hijo de P. N. Arata, otra fue donada a la Academia Nacional de Medicina y una tercera parte, la mayor, fue donada a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. El tramo que quedó en poder del hijo Mario Pedro fue comprado a su viuda por la librería Fernández Blanco. 

3] Existieron otras bibliotecas que no se dispersaron, como la del experto en Leonardo da Vinci, el Dr Ladislao Reti o la de Carlos Prelat, que fueron llevadas al extranjero en los años 50’; o la de Aldo Mieli, que finalmente se integró a la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Otras, como la de Venancio Deulofeu o la del francés Maurice de Thierry fueron también al extranjero a través de algunos anticuarios locales. La del Dr. Claro Cornelio Dassen fue donada a la Sociedad Científica Argentina y la del Ing. Valentín Balbín fue adquirida y dispersada por el librero Ezequiel de Elía. 

4] En el caso que cito más adelante, de los documentos de Daguerre, el Dr. Pedro N. Arata sufrió la misma frustración al tratar de comprar esos documentos anunciados en un catálogo de anticuario alemán, quien le avisó que la obra ya había sido vendida. Pero, en este caso, la fidelidad del anticuario con su distante cliente lo llevó a rastrear y recomprar los documentos y enviárselos a Arata. 

5] Cáceres Freyre, 1993. 

6] https://ffyl.uncuyo.edu.ar/biblioteca-del-instituto

7] Ferrari, R. y Medan, D., 2000.

8] Arata, P. N., 1898. 

9] Velázquez, 1999. 

10] Vega Andersen, R., 2022: VER [consultado octubre 2025]. 

11] Cáceres Freyre, 1993. 

12] Medan, 2016. 

13] González, 2004. 

14] https://ffyl.uncuyo.edu.ar/biblioteca-del-instituto (consultada julio 2025).

15] Claraz, J. Viaje al río Chubut, 2008. 

16] Palombo, 2024: VER [consultado agosto 2025]. 

17] Consultar Boletín Oficial Gobierno de Chubut, Anexo A, 08-09-1081, protocolizado al Tomo 1 – Folio 253 del Registro de Contratos de Obras de la Escribanía General de Gobierno.

 

Referencias bibliográficas:

Burzio, H. F. y De Gandía, E.: Fallecimiento del académico de número, doctor Milcíades Alejo Vignati. En BANH. 51,1978: 75-78.

 

Arata, P. N.: Documentos históricos relativos al descubrimiento de la fotografía. En: “Anales del Museo de La Plata”, sección de Historia General, La Plata: Imprenta del Museo, 1898.

 

Cáceres Freyre, J.: Bibliografía del profesor Milcíades Alejo Vignati. En BANH. 52,1979: 263-278.

 

Cáceres Freyre, J.: Bibliotecas que he conocido como estudiante e investigador. Buenos Aires: Sociedad de Bibliófilos Argentinos, 1993.

 

Casamiquela, R.: Estudio preliminar y notas. En: Claraz, G., 2008.

 

Claraz, G.: Viaje al río Chubut. Buenos Aires: Ediciones Continente, 2008.

 

Ferrari, R. A. y Medan, D.: Redescubrimiento de la copia americana del contrato Niépce-Daguerre en la Biblioteca Arata de la Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires: Editorial Facultad de Agronomía. 2010.

 

González, A. R.: Tiestos dispersos. Buenos Aires: Emecé, 2004.

 

JALL [J. A. Longobuco Lavalle]: Entre Libros, Libreros y Bibliófilos. Buenos Aires: edición del autor, 1989.

 

Medan, D.: Pedro Arata: Un viaje a los cimientos de la Argentina. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires. 2017.

 

Medan, D.: La correspondencia científica de Lorenzo R. Parodi. En Darwiniana, segunda serie, Vol. 4 Núm. 1 [Buenos Aires, 2016].

 

Palombo, G.: La Biblioteca de Juan Jorge Cabodi. En Hilario. Revista digital, n. 39, Buenos Aires, julio 2024.

 

Ruíz Guiñazú, E.: Proas de España en el Mar Magallánico. Buenos Aires: Peuser, 1945.

 

Santos Gómez, S.: Bibliografía de Viajeros a la Argentina. Buenos Aires: FECIC, 1983. Dos volúmenes.

 

Vega Andersen, R.: El libro y su mundo en Argentina – Primera mitad del siglo XX. En Hilario – Revista digital, n° 18, Buenos Aires, agosto 2022. En Internet:

 

Velázquez, L.H.: Algunas colecciones y bibliotecas privadas. En Boletín de la Sociedad de Estudios Bibliográficos Argentinos, n° 7, Buenos Aires, abril de 1999.



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