Arthur Bauer que estás en los cielos. Aventuras de un formidable fotógrafo

En la imagen, uno de los aviones utilizados para realizar sus tomas aéreas, el De Havilland DH.83 [ver nota 1]. A la derecha, con su cámara en la mano, Arthur Bauer. 1929.



Foto: Arthur Bauer, una elegante dama de blanco sube a un taxi-colectivo de la línea «Lacarra-Flores. Pza. Mayo por Rivadavia». Buenos Aires. 1929. Colección Néstor Luis Panigazzi.



Una de las cámaras alemanas que utilizara Arthur Bauer. Colección José Ramón García Ménendez, Rosario.



Su vida y sus aventuras fueron contadas para la revista Fotografía Universal, de Buenos Aires, en la década de 1960.



Abel Alexander


Historiador fotográfico argentino (n. 1943), investigador, restaurador, coleccionista y conservador de fondos fotográficos. Premio Gratia Artis (2021) otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes de Argentina.


Es coautor de numerosos libros, ensayos, catálogos y artículos sobre la fotografía histórica argentina. En 2021 presentó su primer título de autoría exclusiva: Estos débiles papeles son más fuertes que los ladrillos (Editorial ArtexArte. Colección Pretéritos Imperfectos. Buenos Aires). Desde hace décadas se desempeña como periodista especializado en fotografía antigua del diario Clarín de Buenos Aires.


Descendiente en 5ª generación del daguerrotipista y fotógrafo alemán Adolfo Alexander (1822-1881).


Curador de numerosas exposiciones sobre daguerrotipos y de antiguas fotografías a nivel nacional. Ha dirigido diversos Museos Fotográficos y Fototecas Históricas. En el año 1985 fue miembro fundador del Centro de Investigaciones sobre Fotografía Antigua en la Argentina "Dr. Julio F. Riobó".


Hacia 1992 inició junto a Miguel Ángel Cuarterolo y Juan Gómez los reconocidos Congresos de Historia de la Fotografía de trascendencia nacional e internacional a través de 12 encuentros.


Actualmente preside la Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía (SIHF).


Durante 15 años organizó junto a Juan Travnik las exposiciones sobre fotografía histórica nacional en la FotoGalería del Teatro San Martín, de la Ciudad de Buenos Aires.


Desde el año 2006 y hasta 2018 se desempeñó como Asesor histórico-fotográfico de la Fototeca "Benito Panunzi" de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno", de Buenos Aires.


Ha editado diversas colecciones fotográficas como "La Fotografía en la Historia Argentina", "Escenas de la Vida Cotidiana”, "Un Siglo de Fotografía Argentina" y otros títulos sobre ésta temática histórica.


En septiembre de 2017 participó como co-autor y expositor invitado de la muestra "La Fotografía en Argentina (1850-2010). Continuidad y Contradicción" organizada por el J. Paul Getty Museum de Malibu, California.


En el año 2021 fue designado Académico Correspondiente en la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina.


Por Abel Alexander *

A modo de Prólogo

 

Todo se inició alrededor de 20 años atrás, cuando se cruzaron en nuestra investigación sobre la antigua fotografía argentina, breves referencias sobre un tal Arthur Bauer, un difuso gringo cuyas aventuras reales o imaginarias con la cámara, parecían más cercanas a un personaje de novela que a un profesional de carne y hueso.

 

Poco a poco fuimos hilvanando aisladas referencias, las que generaron gran curiosidad sobre aquel escurridizo personaje europeo. Finalmente «tomamos el toro por las astas» y nos embarcamos en una metódica investigación a partir del año 2008. Para tal fin contactamos a varias personas que lo conocieron en mayor o menor grado. Nos referimos a Néstor Luis Panigazzi, Alicia Sara Loumagne, José Ramón García Menéndez, Carlos Bairo, Jorge Labraña, José María Rivas Mansilla, Juan Badra Saleme y Ricardo Sanguinetti, cuyos valiosos testimonios fueron volcados en textos primarios a la espera del presente trabajo biográfico. A su vez nos sumergimos en archivos históricos y fotográficos, así como en fuentes bibliográficas y hemerográficas, recabando -en ocasiones- datos muy interesantes que fueron completando aquel gran puzzle que, por supuesto, aún sigue incompleto. 

 

Ciudadano del ancho mundo

 

De nacionalidad inglesa, Arthur Christiansen Bauer nació el 9 de febrero de 1884 a bordo de un barco estadounidense que surcaba el reino de Dinamarca. Podemos afirmar que, debido a su inquieto espíritu andariego y a la activa profesión fotográfica, toda su existencia estuvo vinculada a grandes aventuras en buena parte del mundo.

 

Dejemos que él  mismo recuerde sus historias de vida previas a la radicación en Argentina. En un reportaje realizado hacia la década de 1960 por la revista «Fotografía Universal» de Buenos Aires, Arthur Bauer indica que su niñez y adolescencia se desarrolló a bordo de un velero tipo «full rigged ship» de cuatro palos que hacía la carrera entre los puertos de Livorno [Italia] y El Callao, en Perú. La nave realizaba escalas por carga y descarga en viajes que duraban hasta ciento diez días. Lo interesante del asunto es que el navío pertenecía a su padre y funcionaba como vivienda familiar para la madre y hermanos. Desde los seis años Arthur trabajó entonces como grumete y luego cocinero; mientras tanto la escolaridad la atravesaba durante esas prolongadas travesías. La embarcación finalmente naufragó en el Mar del Norte sin tener que lamentar víctimas.

 

De ese abrupto modo concluye su temprana vida marinera repleta de aventuras y, entonces , el joven Arthur ingresa al mundo de los estudios superiores. En el año 1905 se recibe de ingeniero naval en Liverpool [Inglaterra] capitalizando su amplia experiencia en el mar. Luego deambularía por varios centros de altos estudios de Europa, como la prestigiosa Universidad de Uppsala [Suecia] donde se forma en física y matemática. También vivió y estudió en Heidelberg, Alemania.

 

De regreso al Reino Unido ingresa finalmente al mundo de la fotografía -pasión que lo acompañará por el resto de su vida- al adquirir por 100 libras esterlinas una excelente cámara profesional marca Adams. Con esa herramienta en sus manos se lanza a un periplo de viajes por exóticos destinos y se estrena como documentalista gráfico, registrando por ejemplo el trabajo de los esforzados mineros en la remota isla noruega de Spitsbergen -cercana al círculo polar ártico- reportaje que vende a buen precio a una importante revista geográfica. 

 

En 1908 cambia los hielos eternos del norte europeo por el calor abrasador del África central. Documenta así el Congo Belga que, durante ese mismo año se transfiere del latifundio personal del cruel Leopoldo II° al reino de Bélgica. Luego remonta el famoso río Zambeze de 2574 km. donde vive y sufre -padeció la mortal «water fever» y malaria, sobreviviendo a ambas de milagro- en precarias carpas en medio de la selva. Para cubrir con sus cámaras esas tórridas regiones utiliza sensibles películas color, material poco apto para climas tropicales. Incluso trabajó con placas autocromas -es un proceso en color- invento revolucionario de los hermanos franceses Louis y Auguste Lumiere hacia 1904,  siempre asesorado por los manuales técnicos Fue aquel especial periodismo gráfico el inicio de su relación con los grandes medios internacionales, provechosa actividad comercial que lo acompañó en toda su extensa vida. 

 

Al estallar la Primera Guerra Mundial [1914-1918] Bauer se suma a la nueva y revolucionaria fotografía aérea, tomando registros militares a baja altura con cámaras especiales provistas de negativos muy sensibles sobre placas de vidrio. Obtenía de esta manera mapas completos sobre campos de batalla, distribución de tropas, puestos de artillería, fortificaciones, etc. Fue asesor sobre esas técnicas para los ejércitos aliados y ascendió por tal motivo hasta el grado de capitán. En un accidente aéreo se salvó de milagro y en su cráneo ostentaba una placa metálica que luego mostraría con orgullo. En aquel conflicto mundial donde se calcula de 9 a 11 millones los militares muertos, ésa y otras heridas de guerra indican que tuvo mucha suerte. Como veremos esa especialidad fotográfica será determinante años después en su carrera profesional, tanto en la Argentina como en Uruguay.

 

Por razones de trabajo y contratos viaja posteriormente por los extensos territorios de Brasil y los Estados Unidos. En 1926 se afinca por un tiempo en Holanda. Posteriormente realizó un completo registro aerofotográfico sobre el extenso río Paraná -el cual atraviesa Brasil, Argentina y Paraguay- a pedido de una prestigiosa revista internacional, relevamiento geográfico que le valió grandes elogios en su época. 

    

Un inusual fotógrafo en Argentina

 

Luego de un par de años deambulando por el vecino Brasil, a finales de la década de 1920 se radicó definitivamente en nuestro país. Como cuartel general escogió la cosmopolita ciudad de Buenos Aires, aprovechando los fuertes lazos culturales con Europa. Sus viajes internacionales cesaron pero, como experto piloto e inclusive dueño de una aeronave -según sus afirmaciones- el amplio territorio del nuevo país estuvo entonces al alcance de sus impactantes fotografías aéreas. 

 

Contaba con amplia experiencia sobre la práctica fotográfica, en técnicas de laboratorio, uso de ópticas complejas y manejo de las diferentes cámaras, una suma de conocimientos que no tenía prácticamente parangón en el país. Por esos años la Capital Federal ostentaba la mayor concentración de profesionales, con más de un centenar de estudios volcados a la práctica comercial del retrato. Pero a Bauer -apellido alemán que significa campesino- la profesión no iba a encerrarlo entre cuatro paredes de un atelier, lo suyo era la libertad, los viajes y por supuesto la aventura.

 

Su especialidad entonces fueron los grandes reportajes nacionales - especialmente aéreos - los difíciles registros arquitectónicos y la realización de enormes murales publicitarios. Para sus trabajos operaba con copias a la gelatina de plata en el tradicional formato de 18 x 24 cm, y al dorso un sello húmedo publicitario indicaba: «Arthur Bauer, Fotografías. Técnico Industrial. Est. Unidos 36. Bs. Aires. U.T. - Avenida 33 – 5970»; una de sus primeras sedes ubicada en el barrio de San Telmo a metros de la Avenida Paseo Colón.

 

Periodista gráfico de mirada alerta, hacia 1929 captó el nuevo fenómeno -iniciado un año antes- de los taxis-colectivos; donde captura una elegante dama de blanco subiendo a la línea «Lacarra-Flores. Pza. Mayo por Rivadavia». El coche -patente 887- transportaba hasta cinco pasajeros y el costo del boleto era de 10 centavos. Este negativo de vidrio ya registra un elevado número de archivo: 13.245. Otra de sus obras es un viaje aéreo a 1400 km de Buenos Aires que le permitió realizar un excelente relevamiento a baja altura sobre los diferentes saltos de las imponentes Cataratas del Iguazú.

 

Debemos señalar que Bauer nunca se publicitó en los medios tradicionales, de hecho su buena fama corría de boca en boca. Clientes importantes fueron las poderosas empresas británicas. En tal sentido siempre se sospechó que por su profesión y numerosos viajes formaba parte de los servicios secretos de su Majestad. Por entonces el ascenso del régimen de Adolfo Hitler tuvo importante repercusión en el país cuando el 30 de junio de 1934 los impresionantes 240 metros del dirigible LZ 127 «Graf Zeppelin» -al mando del Dr. Hugo Eckener- surcaron silenciosamente una atónita Buenos Aires. En esa ocasión el inglés Arthur Bauer cubrió el inusual evento registrando a la nave y sus esvásticas desde un avión que volaba en paralelo hasta su descenso en Campo de Mayo. Esas fotografías dieron la vuelta al mundo. 

 

En la colección de Néstor Luis Panegazzi se conserva una interesante fotografía -negativo N° 12.005- sobre la actividad central de Bauer como fotógrafo aeronáutico. La toma es del año 1929 y nos muestra un primitivo campo de aviación, donde elegantes caballeros rodean un avión biplano [1]. En el ángulo derecho de la imagen ubicamos a nuestro fotógrafo de impecable traje dialogando con un cigarrillo en la boca, su clásico sombrero hongo y sosteniendo la infaltable cámara para tomas aéreas.

 

En su larga y exitosa carrera llegaría otra oportunidad de oro donde se mezclará la guerra, el espionaje y la fotografía. Nos referimos a la Batalla del Río de la Plata -celebrada el 13 de diciembre de 1939- entre el acorazado alemán «Admiral Graf Spee» y sus similares ingleses y neozelandeses «Ajax», «Exeter» y «Achiles». Inglaterra debía destruir aquel osado corsario quien, en solo 75 días, había hundido nueve buques mercantes aliados con un total de 56.000 toneladas. El combate naval fue violentísimo y obviamente desigual; los graves daños obligaron al «crucero de bolsillo» a refugiarse en Montevideo. Es entonces cuando una agencia noticiosa internacional contrata al experto Arthur Bauer para cubrir el suceso, quien alquiló al efecto un monoplano «De Havillan Leopar» de cabina cerrada por disposiciones uruguayas, sin embargo nuestro cronista desarmó en secreto una ventana para operar su cámara de 13 x 18 cm con negativos de vidrio marca Ilford. El día 17 y atento a la salida de la maltrecha nave del puerto de Montevideo, Bauer la registró perfectamente y también el dramático instante de su voladura por orden del capitán Hans Langsdorff para que no caiga en manos enemigas tan alta tecnología naval. Al aterrizar esa noche para repostar combustible las autoridades prohibieron su salida pero, el astuto Bauer y sus impactantes negativos huyeron hacia Buenos Aires, pues las rotativas del mundo esperaban.

 

Testimonios de quienes lo conocieron

 

Tal como indicamos en el prólogo, allá por el año 2008 entrevistamos a quienes por uno u otro motivo frecuentaron a Arthur Bauer en  Argentina; sus recuerdos ayudan a comprender y ampliar su escasa pero  rica biografía.

 

De todos ellos fue Néstor Luis Panigazzi,- lo acompañó como ayudante durante varios años - quien nos brindó importantes referencias. Lo conoció casualmente hacia 1949, o ´50, en la firma proveedora de insumos fotográficos «Rossi y Lavarello» de Corrientes 678 y cuyos empleados lo calificaban como «Maestro». La firma representaba a los productos ingleses «Ilford» y Bauer los chequeaba técnicamente. Panigazzi - por entonces un joven de 20 años - se ofreció como ayudante ad honorem, iniciativa que Bauer aceptó al final.

 

Aquel Maestro vivía con su mujer -no tuvieron hijos- en un modesto departamento ubicado en una especie de conventillo, sobre la avenida Callao y Las Heras, de solo dos habitaciones, cocina y donde el baño funcionaba como laboratorio. Vivienda muy cercana al atelier fotográfico de la alemana Annemarie Heinrich, para quien solía trabajar en grandes ampliaciones. Lo recuerda como un hombre absorbido totalmente por su profesión, de baja estatura, algo grueso, rubio, ojos claros, jovial y de buen carácter. Usaba sombrero tipo bombín y bastón. Panigazzi confiesa sin dudar que era alcohólico; recuerda que, en una ocasión, caminaron desde su domicilio hasta la fábrica del tabaco Pour la Noblesse en calle Puán al 400 -una de las empresas que atendía- y se detuvo en media docena de bares. También era un gran fumador de los toscanos «Adastra».

 

En aquel pequeño hogar almacenaba todo tipo de cámaras, objetivos y elementos de laboratorio, además de su archivo fotográfico -entre ellas las impactantes imágenes del terremoto de San Juan [con el saldo de unas diez mil víctimas, en 1944] así como la biblioteca especializada. Construir cámaras propias utilizando piezas de otros equipos y hasta puliendo los lentes era su gran pasión; era un técnico fotográfico orgulloso de sus logros. Despreciaba los formatos pequeños como 35 mm y apenas toleraba las cámaras  tipo TLR de 6 x 6 cm como Rolleiflex.

 

El reconocido coleccionista José Ramón García Menéndez, de Rosario, lo visitó a mediados de 1970 por un aviso publicado en el diario Clarín y adquirió tres de sus cámaras. Lo recuerda como un hombre más bien parco, aunque con buen sentido del humor, pues le confesó que vendía para radicarse en Londres ... pero de Catamarca. Por esos años todavía contaba con unos veinte equipos, entre ellos una curiosa cámara espía francesa tipo revólver marca «Krauss» [1921]  y que se arrepiente de no comprarla.  Nunca más lo vio. 

 

Juan Carlos Bairo –fue jefe de fotografía en Clarín- lo conoció hacia la década de 1950, cuando el inglés trabajaba contratado como fotógrafo del matutino. Bairo lo ayudaba en tareas de laboratorio realizando grandes murales publicitarios entre ellos el edificio Cavanagh y algunos copiados en tono  sepia. Se sabe que para estas enormes superficies el inglés trabajaba de noche sobre el patio de su edificio y pidiendo a los vecinos que no encendieran las luces, revelando/fijando entonces con ayuda de una escoba. En Clarín aquel trabajo -con cubetas construidas especialmente- se realizaba en el sótano de Moreno 840 por entonces sede de la empresa. Lo recuerda como un hombre agradable, sonriente e indica que nunca lo vio enojado. Era generoso con sus conocimientos técnicos y artísticos, y lo evalúa como un profesional «fenomenal». Bauer era por entonces amigo del fotoperiodista de La Nación Juan Di Sandro. 

 

Finalmente logró su sueño de retiro y se radicó en la antigua localidad catamarqueña de Londres -la segunda fundada en el país- de donde era oriunda su empleada y luego esposa. Allí continuó fotografiando a sus habitantes, en especial las tejedoras calchaquíes de ponchos a quienes admiraba por sus creativos trabajos artesanales. Juana Badra Saleme [1931] de origen árabe lo conoció bien, pues la pareja se alojó por años en la «casa del peregrino», propiedad de su familia frente a la plaza. Bauer solía dar largos paseos con su clásica boina, anteojos, bastón y la infaltable cámara; era conocido por los vecinos como «el fotógrafo», o «Don Bauer». Doña Juana nos confesó: «era una excelente persona, una personalidad que irradiaba luz y tranquilidad, un hombre amigo de la historia y la cultura».

 

Bauer solía conversar con su hermano el periodista Alberto Saleme -fue intendente y corresponsal de varios diarios- quien escribió un libro sobre Londres donde mencionó su amistad con el fotógrafo. Juana nos indicó que Bauer enfermó en la década de 1970, pero recuerda, no falleció en Londres. Se desconoce dónde se encuentra su tumba. 

 

Posteriormente y por iniciativa de la familia Saleme, se montó una exposición homenaje con sus fotografías vintage blanco y negro realizadas durante años por Arthur Bauer sobre la pequeña Londres. Las obras se exhibieron durante un par de semanas en la Biblioteca Popular «Justo José de Urquiza» de Río Tercero [Córdoba], lamentablemente, no se editó catálogo. Creemos que fue la única muestra sobre este talentoso autor. Nos indicó que luego regaló a una hija arquitecta - que vive en España -  varias de esas obras.  

 

A modo de epílogo

 

Concluye así esta interesante historia - que obviamente debimos reducir - sobre uno de los fotógrafos más talentosos que trabajaron en nuestro país durante buena parte del siglo XX. El hecho que Bauer nunca tuvo un estudio dedicado al retrato social con la imprescindible publicidad en los medios y que siempre se opuso a cualquier tipo de promoción de sus servicios, ha generado un gran vacío de información. Sin embargo y pese a aspectos aún inexplorados de su vida, confesamos que nos seduce el enigmático personaje. Por ejemplo, no sabemos qué sucedió con su valioso archivo fotográfico, el cual documentó por décadas la realidad nacional. ¿Algún lector tendrá pistas sobre el mismo?

 

Nota: 

1. Agradecemos la información brindada por Eloy Martin: se trataba de un De Havilland DH.83 Fox Moth, importado a la Argentina para Shell Mex Argentina Ltda., bautizado Gavilán de Plata. Aquel avión, el único en su tipo en el país, fue destruido junto a otras ocho naves en un incendio del hangar del aeródromo Curtiss de San Fernando en 1937.

 

Bibliografía:

Abel Alexander:  La Fotografía en General Sarmiento. Catálogo de la muestra. Universidad Nacional de General Sarmiento. Año 2012.

 

Jorge Labraña y Alberto Calzada:  La fotografía en las empresas eléctricas de Buenos Aires. Historia de la Fotografía. Memoria del 8° Congreso Nacional y 3° Latinoamericano de Historia de la Fotografía. Vicente López. Año 2003.

 

H. V: Vida, Aventuras y Fotografía: A. Bauer. En la revista «Fotografía Universal», N° 23. Mayo 1966. Buenos Aires. Año 1966.

 

VV.AA:  Buenos Aires. Fotografías de Arthur Bauer, Agustín Segovia, Cornell Josifovich y Werner Schumacher.  Editorial Robeduard. Buenos Aires. Año 1949.

 

VV.AA:  Guía argentina de turismo. Buenos Aires y sus alrededores. Editorial G.A.T. H. B. A. Buenos Aires.  Año 1941.


Las siguientes entidades y colecciones particulares cuentan con fotografías de Arthur Bauer:

Museo de la Ciudad de Buenos Aires [Archivo Fotográfico]; Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública [CeDIAP]; Museo Nacional de Bellas Artes [Ex Colección Rabobank] y las colecciones privadas de Néstor Luis Panigazzi y Mario Tesler de Buenos Aires.

 

Agradecimientos:

Archivo General de la Nación [Departamento de Documentos Fotográficos]; Biblioteca Nacional Mariano Moreno [Fototeca «Benito Panunzi»]; Carlos Bairo; Juan Carlos Borra; Fernando Citara; José Ramón García Menéndez; Hilario. Artes Letras Oficios; Jorge Labraña; Alicia Sara Loumagne; Eloy Martin; Francisco Ortiz; Néstor Luis Panigazzi; Luis Priamo; José María Rivas Mansilla; Juana Badra Saleme; Alicia Sanguinetti; Ricardo Sanguinetti; Susan Trespi de Gioia y Juan Antonio Varese.


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