En esta edición, la feria arteba decidió sumar una cápsula textil al Programa de Coleccionismo e invitados internacionales. La propuesta consistió en un recorrido por tres talleres de artistas textiles contemporáneos durante la mañana del sábado 30 de agosto. Los talleres del periplo fueron los de Gabriel Baggio, de Leo Chiachio y Daniel Giannone, y de Mónica Millán. Se sumó al inicio del circuito una visita a la reserva del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires [MALBA].
La curaduría de la cápsula puso el foco en aquellos artistas que, por un lado, asumen el desafío de un procedimiento artesanal y por otra parte, trabajan con artistas con prácticas textiles de diferentes procedencias, campesinas e indígenas, ajenas hasta hace pocos años a la escena del arte. La primera parada, entonces, fue en busca del arte indígena.
En el MALBA nos recibió Valeria Intrieri, responsable de registro y gestión de la colección. Valeria nos comentó los detalles de la reserva del Museo y guió a la delegación por las entrañas del mismo hasta que llegamos a una sala donde encontramos Isajhie ma’a tá neckiejwuala / Hermoso amanecer, la obra de la artista wichí Claudia Alarcón del año 2023. Nos dimos un momento para observar la composición del gran paño y reconocer su singularidad técnica, ya que ensambla diferentes redes tradicionales, que los criollos conocemos como punto yica y como punto antiguo. Alarcón despliega en la gran dimensión de la obra fragmentos de la memoria textil wichí, sus patrones tradicionales, que se unen mediante el ensamble de secciones. Tomamos como referencia para la observación diferentes bolsas de uso frecuente por la gente wichí, dando cuenta de ese otro arte indígena que circula en las comunidades.
La siguiente obra del arte indígena que integra la colección MALBA y que observamos, fue Abuelo, de Antonio Pichilla Quiacain, del año 2014. Este textil del artista maya integra dos paños de jaspe, la técnica tradicional de su comunidad en San Pedro La Laguna, Sololá, Guatemala. El primer paño es el tipo de jaspe que se utilizan en su comunidad para los pantalones masculinos, el segundo es un jaspe de cinco colores que se usa para las camisas masculinas. En la obra está presente la vestimenta tradicional de su abuelo, realizada en telar de cintura con técnica de amarrados, como evocación de los ancestros.
Desde Palermo fuimos a Villa Crespo, al taller de Gabriel Biaggio. El artista, representado por la Galería Hache, trabaja con los conocimientos sobre los oficios populares a través de una performance que lo posiciona en el lugar de un aprendiz de la cultura del trabajo. Recorrimos toda su trayectoria y nos detuvimos en su última exhibición, que abordó la memoria e imagen épica de Mercedes Sosa. Gabriel compartió con nosotros imágenes y un relato minucioso de su experiencia como aprendiz de la maestra artesana Selva Díaz, con quién amarró, tiñó y tejió un poncho de águilas, la prenda icónica de la cantora. Nos sumergió en el mundo artesano a través de diferentes dispositivos: herramientas textiles hechas en cerámica, videos y fotografías, águilas de barro y el textil que pudimos apreciar en detalle.
Sobre el mediodía nos dirigimos al taller de Chiachio & Giannone. La pareja de artistas cuya obra textil es profusa y una oda al trabajo. Leo y Daniel, a lo largo de su trayectoria abordaron el retrato familiar, la diversidad y la escena queer. Parte de su producción fue mediante trabajo colaborativo con comunidades diversas y artesanas de diferentes zonas de nuestro país. En su casa taller compartieron con nosotros obras de su emblemática serie Familia a seis colores, otras que reivindican las mujeres en el arte como Catedral en recuerdo a Yente y la figura de Elena Izcue [1], entre otras. La nutrida delegación siguió atenta los comentarios de los artistas sobre los procesos que utilizan, los teñidos, los tejidos, la reutilización y el reciclamiento de telas, el bordado y el mosaiquismo textil. Culminó esta parte del programa cuando mostraron, como primicia, Madurones, piezas textiles de gran formato con diversas técnicas como bordado, apliques, patchwork y quilt. Esta serie forma parte del envío que están preparando junto a la galería Ruth Benzacar para la sección Kabinet, en la próxima edición de ArtBasel Miami.
Por último, con un nivel de levitación importante, nos dirigimos al taller de Mónica Millán, en Monserrat. Mónica, cuya obra gestiona la galería W, nos compartió su trayectoria de 20 años en el trabajo en la frontera arte y artesanía. Pudimos apreciar obras de las artesanas de la comunidad de Yataity del Guayrá, serranía del Ybyturuzú, Paraguay, una labor colaborativa, y lo nuevo, obras colectivas de gran formato cuyo protagonismo está en el algodón.
Para Mónica, la fibra textil de origen vegetal tiene su centralidad en un doble sentido. Por un lado, es una variedad nativa, de cultivo doméstico, atendido por las mismas artesanas y de variedades de colores naturales. El cuidado de la tierra y la cultura campesina son temas centrales en su trabajo. «Cada pueblo le habla a sus cultivos y a sus semillas en su propia lengua», es una de las frases que me resonó en su última exhibición, que aplica al Encaje Jú y el Ao Po'i, las técnicas locales de estas obras. Las nuevas creaciones son grandes telas bordadas con estas técnicas, la participación de muchas manos y muchas creadoras. Resultó sorprendente lo homogéneo del paño, que da cuenta de una tradición en manos de especialistas y el color nativo. Lo mismo sucedió con los nomencladores de obra bordados con la autoría de todas las intervinientes, una práctica infrecuente en la escena local. Estas telas gigantes integrarán la próxima exhibición de Millán en el Museo del Barro de Asunción, una institución señera en el Cono Sur, cuyo guión curatorial pone foco en el arte popular al tiempo que cuestiona las categorías occidentales del arte.
La cápsula fue un recorte muy ajustado de un universo amplio y diverso de prácticas textiles que circulan en la escena del arte contemporáneo. Es notoria su presencia en la feria desde hace algunas ediciones. Año a año la frontera entre arte y artesanía se vuelve más blanda, dando lugar a nuevos territorios para la creación en común y la autoría compartida.
Nota:
1] Elena Izcue nació en Lima en 1889. Pionera en las artes decorativas, su búsqueda de un estilo peruano y el rescate de motivos ornamentales prehispánicos terminaron por configurar un lenguaje decorativo nacional y a la vez moderno. Destacan sus obras de diseño textil y artes aplicadas que la vincularon con la industria de la moda de París y Nueva York. La publicación de El arte peruano en la escuela por Elena Izcue en 1926 marcó un hito en este proceso, e influyó principalmente en las artes decorativas, desde el diseño de modas hasta la arquitectura neoinca. En 1927, gracias a una pensión por dos años que les concede el estado peruano, Elena y su hermana Victoria viajan a la capital francesa a consolidar sus estudios artísticos. En diversos talleres y fábricas logran una sólida carrera en el campo de las artes decorativas, por medio de telas impresas con diseños inspirados en el arte prehispánico; sus piezas fueron adquiridas por la prestigiosa Casa Worth, casas de modas y clientes particulares. En 1935 viajan a Nueva York y presentan —gracias a la filántropa Anne Morgan [1873–1952]— una exhibición de arte moderno de Elena y Victoria Izcue, con textiles y ceramios preincaicos en las galerías del edificio Fuller. A mediados de 1936, retornan a París y retoman el diseño de telas. Son convocadas para decorar el pabellón peruano en la Feria Internacional de Arte y Técnica de París (1937) con maquetas, fotografías y muestras industriales que daban una imagen moderna del Perú, así como obras de artistas contemporáneos; además, en el salón de honor, se exhibieron obras de las Izcue y piezas prehispánicas. Fuente: Museo de Arte de Lima [MALI]
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