El próximo 28 de octubre sube al escenario del Teatro Colón la ópera Salomé, con música de Richard Strauss y libreto de Oscar Wilde, en la que podremos volver a disfrutar la voz de Carla Filipcic-Holm en el rol protagónico. El acontecimiento, fugaz, nos inspira a introducirnos en una de las óperas más fascinantes del repertorio lírico, y dialogar con la soprano porteña que encarnará a la hija de Herodías.
Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes, por lo cual este le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen, y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.
-Mateo 14:6-11-
En este reducido pero contundente párrafo —un versículo de la Biblia— se basó el escritor inglés Oscar Wilde (1854-1900) para elaborar su obra de teatro Salomé. Escrita originalmente en francés y publicada en 1893, al año siguiente fue traducida al inglés por su amante, Lord Alfred Douglas, aunque Wilde no quedó satisfecho con el resultado. Esta fascinante dramaturgia bíblica y simbolista transcurre en Jerusalén, aproximadamente en el año 30 DC. Durante un banquete que se está celebrando en el Palacio de Herodes, San Juan Bautista proclama, desde la cárcel-cisterna donde está encerrado, la próxima llegada del Mesías. Salomé lo desea; un soldado la desea a ella y se suicida; Herodes también desea a su hijastra Salomé; su madre Herodías —esposa a la vez que cuñada del rey— lo odia, puesto que San Juan la maldice —en una lengua por todos incomprendida—. Eros y thanatos se exacerban hasta la perversión, y llegan a su punto cúlmine cuando finalmente Salomé le canta a la cabeza de San Juan, cortada y entregada en una bandeja de plata «¡Ah! ¿Por qué no me miraste, Juan? Sí me hubieras mirado me hubieses amado. Sé que me hubieses amado, y el misterio del amor es más grande que el misterio de la muerte». El controversial argumento, bíblico y en el que no faltaba un amor homosexual, tuvo una lógica escandalosa acogida. En Inglaterra recién se estrenó públicamente en 1931.
Como no se bastara a sí misma esta obra de teatro para ser genial, en los primeros años del siglo XX el compositor alemán Richard Strauss (1864-1949) decidió ponerle música y hacerla ópera, transformándola así en una de las obras cumbres de la lírica, a mi juicio la más perfecta. La traducción y adaptación del libreto estuvo a cargo del alemán de Hedwig Lachmann (1865-1918), y se estrenó en la ópera de Dresde el 9 diciembre de 1905. Como ópera también sufrió por su vanguardia lasciva. No pudo representarse en Viena por la oposición del arzobispo de la ciudad; en Berlín hubo que poner una estrella de Navidad en el instante de la muerte de Salomé; en Londres el libreto tuvo que modificarse para que pareciera que lo que Salomé pretende es la búsqueda de 'un guía espiritual' en lugar de un contacto lascivo, sin embargo como se cantó en alemán los cantantes hicieron caso omiso de las correcciones. En nuestro Teatro Colón se representó, en temporadas oficiales, en los años 1913 -en un estreno también con polémicas por el argumento-, en 1923, dirigida por el propio Richard Strauss, en su gira por Sudamérica junto a la Sinfónica de Viena, y posteriormente en 1931, 1940, 1952, 1965, 1974, 1975, 1983 y 1999.
El personaje de Salomé se convirtió desde entonces en uno de los grandes roles dramáticos para soprano de la lírica del siglo XX. Volviendo a su versión teatral, recordemos que en España lo estrenó en catalán la grandísima Margarita Xirgu en 1910. En su versión operística, nombremos a la sueca Birgit Nilsson o la contemporánea noruega Lise Davidsen, dos sopranos reconocidas por sus versiones de Salomé. En la puesta que subirá a escena el próximo 28 de octubre en el Teatro Colón de Buenos Aires, la soprano argentina Carla Filipcic-Holm compartirá el rol protagónico junto con la alemana Ricarda Merbeth.
Filipcic-Holm es una rara avis en el entorno lírico local, más volcado a la ópera italiana. Formada en la Universidad Nacional de las Artes y en el Instituto Superior del Teatro Colón, se perfeccionó y especializó en el repertorio alemán con Siegfried Jerusalem y Reiner Goldberg en la Hochschule für Musik de Núremberg. Ha interpretado en nuestro país y en el exterior diversos roles wagnerianos. Isolda, de Tristán e Isolda y Elizabeth de Tanhäuser, ambas óperas de Richard Wagner, y Ariadna de Ariadna en Naxos, la Mariscala en El caballero de la rosa, y Crysotemis en Elektra; éstas, óperas de Richard Strauss, continuador en el siglo XX de la tradición operística de Wagner. Sumemos las maravillosas Cuatro últimas canciones, para orquesta y soprano, también de Strauss.
Hilario: ¿Qué podés contarnos de este tránsito por la lírica germánica?, ¿cómo fue el acercamiento, te movió el gusto por el estilo, o ciertas condiciones, características propias de tu voz?
Carla Filipcic-Holm: Fue un camino que se fue dando por un lado de manera natural y con un poco de cuestión de azar también. Estudié en Alemania y terminé dedicándome a ese repertorio. Pero empezar cantando Mozart todos los primeros años es lo que me permitió también poder seguir desarrollando la voz en esa dirección. Hablando con otros colegas que también se dedican a este repertorio, hacer mucho Mozart en el comienzo, es algo que prepara la voz con ciertas condiciones que después son necesarias para cantar autores como Wagner, Beethoven o Strauss.
H.: El personaje de Salomé resulta siempre un gran desafío. Representar a esta joven, ingenua y perversa, portadora de un texto de una belleza y una música inenarrables. A la vez el personaje permanece en escena largo tiempo sin cantar, mientras que en otro momento debe bailar. ¿Cómo preparás este rol de una personalidad tan compleja, a la vez portador de un gran reto vocal y actoral?
Carla Filipcic-Holm: Hace ya varios meses que me estoy dedicando todos los días a cantarlo, a estudiarlo. Es un rol verdaderamente muy difícil, es el más difícil que estudié hasta ahora, que canté hasta ahora. Todos los días ensayar, todos los días estudiar, todos los días ir preparando vocalmente las partes más exigidas. Tuve sesiones con un coach vocal e idiomático, porque a pesar de hablar el idioma es importante que un especialista nos escuche y corrija siempre. Y aquí trabajé con los maestros pianistas Cecilia Fracchia y Diego Censabella que hicieron un equipazo incansable y cumplieron un rol fundamental en el entrenamiento de la Salomé con los artistas argentinos.
También me preparé trabajando el cuerpo para que pueda resistir una ópera tan fuerte y un personaje que no sale de escena nunca, con tanta intensidad. En comparación no es tan larga como la ópera Tristán e Isolda de Wagner, pero es mucho más concentrada en términos energéticos, a la vez que la orquestación es muy superior, más densa. Entonces, uno tiene que ir preparándose, tener mucha energía y resistencia para poder hacerle frente a esa exigencia.
H.: Más arriba mencionamos tus roles straussianos. Ariadna en Naxos, El caballero de la rosa y Elektra son tres óperas nacidas de la dupla más fructífera de la lírica del siglo XX, la del compositor Richard Strauss junto al dramaturgo Hugo von Hofmannsthal. ¿Qué diferencias y semejanzas encontrás comparándolas con esta ópera, Salomé, anterior a todas aquéllas? Un dato no menor, en Salomé abordás su rol protagónico.
Carla Filipcic-Holm: Los guiones de Hofmannsthal, así como este de Wilde, a mi parecer son bastante semejantes a la poesía que uno puede interpretar haciendo música de cámara. Tener la experiencia como recitalista es algo que influye mucho a la hora de encarar un rol de estas características. También en el sentido de no pasarle por encima al texto y valorarlo, valorar la imágenes, es una hermosa responsabilidad tomar un rol que tiene esos niveles de profundidad tan grandes y tan poco habituales.
H.: ¿Qué nuevos desafíos te esperan, luego de esta Salomé en el Teatro Colón?
Carla Filipcic-Holm: El año que viene tengo un debut que para mí es muy esperado: Siglinda en la ópera La valquiria de Wagner. Y el debut en Alemania con Tristán e Isolda, porque lo he cantado en cuatro teatros, pero nunca lo hice en Alemania. Será un gran desafío; cantar alemán en otro país no es la misma presión que ir a cantarles allí, donde la exigencia con respecto a todo lo que es el idioma, el estilo, va a ser muy alta. Entonces hay que prepararse con especialistas idiomáticos y musicales también, a veces a la distancia, porque cuando uno no está en la misma latitud, es necesario hacelo de manera virtual. Para tener más herramientas en Salomé hice lo mismo y trabajé con coaches que estaban en Austria y Estados Unidos. Todo suma y contribuye a sentir más confianza a la hora de pararse en el escenario de la magnitud del Teatro Colón.
La ópera Salomé estará en el Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires desde el 28 de octubre, y continuará con cinco funciones más los días 29, 30, y 31 de octubre, y 2 y 4 de noviembre. Las funciones con Filipcic-Holm en el rol de Salomé son las programadas los días 29 y 31 de octubre.




