Félix Pitré. Fotógrafo y pintor en Buenos Aires

Ambrotipo con el retrato de Félix Benavidez. Museo Histórico de Buenos Aires "Cornelio Saavedra”. Fue expuesto en la muestra "Posar o ser sorprendido - Imágenes y lecturas II" y reproducido en su Catálogo (2014), páginas 30 y 31.



Retrato de Pascual Uriarte. El militar posa de cuerpo entero con su uniforme de gala y junto a una columna del estudio.  Detrás de sus pies se observa la base tríptica del sujetador metálico de nuca. Buenos Aires, circa 1864. VER MÁS


Retrato de Caballero. Posa en una escenografía típica de la nueva estética de la época, con utilización de la "naturaleza" imitando flores, plantas y hasta rocas construidas con papier maché y telón muy elaborado con profusión de árboles. Existe cierta posibilidad que los grandes telones desplegables de su Estudio fueron pintados por el mismo Pitré. Circa 1880. Colección Cuarterolo.



Félix Pitré, "Descanso de Carretas", óleo sobre tela firmado y fechado 1865. 27 x 38.5 cm. Colección particular. Buenos Aires.



ABEL ALEXANDER


Historiador fotográfico argentino (n. 1943), investigador, restaurador, coleccionista y conservador de fondos fotográficos. Premio Gratia Artis (2021) otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes de Argentina.


Es coautor de numerosos libros, ensayos, catálogos y artículos sobre la fotografía histórica argentina. En 2021 presentó su primer título de autoría exclusiva: Estos papeles son más fuertes que los ladrillos (Editorial ArtexArte. Colección Pretéritos Imperfectos. Buenos Aires). Desde hace décadas se desempeña como periodista especializado en fotografía antigua del diario Clarín de Buenos Aires.


Descendiente en 5ª generación del daguerrotipista y fotógrafo alemán Adolfo Alexander (1822-1881).


Curador de numerosas exposiciones sobre daguerrotipos y de antiguas fotografías a nivel nacional. Ha dirigido diversos Museos Fotográficos y Fototecas Históricas. En el año 1985 fue miembro fundador del Centro de Investigaciones sobre Fotografía Antigua en la Argentina "Dr. Julio F. Riobó".


Hacia 1992 inició junto a Miguel Ángel Cuarterolo y Juan Gómez los reconocidos Congresos de Historia de la Fotografía de trascendencia nacional e internacional a través de 12 encuentros.


Actualmente preside la Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía (SIHF).


Durante 15 años organizó junto a Juan Travnik las exposiciones sobre fotografía histórica nacional en la FotoGalería del Teatro San Martín, de la Ciudad de Buenos Aires.


Desde el año 2006 y hasta 2018 se desempeñó como Asesor histórico-fotográfico de la Fototeca "Benito Panunzi" de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno", de Buenos Aires.


Ha editado diversas colecciones fotográficas como "La Fotografía en la Historia Argentina", "Escenas de la Vida Cotidiana”, "Un Siglo de Fotografía Argentina" y otros títulos sobre ésta temática histórica.


En septiembre de 2017 participó como co-autor y expositor invitado de la muestra "La Fotografía en Argentina (1850-2010). Continuidad y Contradicción" organizada por el J. Paul Getty Museum de Malibu, California.


En el año 2021 fue designado Académico Correspondiente en la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina.


Por Abel Alexander *

Un artista italiano de la cámara


Si bien la fotografía arribó a estas playas hacia 1843, la recuperación de su rica historia se inició entre nosotros recién a partir de la década de 1980 y hasta el presente, los avances historiográficos han sido notables tanto por la calidad de sus investigaciones como por la cantidad de trabajos aportados, en especial a través de los exitosos Congresos de Historia de la Fotografía, iniciados en 1992.


Ya desde la etapa pionera de los daguerrotipos la ciudad de Buenos Aires concentró en sus límites la mayoría de las actividades fotográficas del país, tanto en el campo profesional como amateur. El aluvión inmigratorio europeo -en especial a partir del último tercio del siglo XIX- trajo consigo una significativa cantidad de fotógrafos italianos, franceses, ingleses, alemanes y de otras nacionalidades quienes, con sus primitivas cámaras a cuestas, acompañaron a sus paisanos en la esforzada tarea de documentar la aventura transatlántica de "Fare l'America"


De aquella miríada de pioneros hoy queremos rescatar la olvidada figura de Félix Pitré (también identificado como Félix N. Pitré) del cual poco o nada se conoce, aunque debemos señalar que fueron justamente los profesionales italianos quienes dominaron el panorama fotográfico argentino en el período comprendido entre 1880 y aproximadamente 1920 y, por supuesto, Félix Pitré formó parte de este contingente mayoritario.


El inmigrante Pitré entre censos y bautismos


Realizamos esta aclaración pues para algunos investigadores y aún en varios catálogos se lo consigna erróneamente como de nacionalidad francesa, seguramente por las características de su apellido. Félix N. Pitré era oriundo de la bella Italia y así lo consigna taxativamente el primer Censo Nacional del año 1869 -iniciativa del presidente Domingo Faustino Sarmiento-, que arrojó un total nacional de 1.830.214 habitantes, de los cuales 187.346 vivían en la ciudad de Buenos Aires. Pitré fue un artista del pincel y la cámara.


La información más temprana lo encuentra arribando al puerto de Buenos Aires venido desde Rosario en el vapor nacional Pavón, el 11 de septiembre de 1862 [1]. Sobre su presencia en los registros censales, los primeros nos fueron proporcionados por el investigador Oscar Levin y recientemente la genealogista Rosario García de Ferraggi nos completó la información, enriquecida por el hallazgo de las partidas de bautismo de dos de sus hijos.


Primer Censo Nacional: 15 al 17 de septiembre de 1869. Planilla censal: N° 6:   Pitré / Félix / 32 años / Varón / Soltero / Italia / Retratista / Si lee / Si escribe.


Analizando en detalle la planilla censal observamos algunos datos muy interesantes; en primer lugar en ese día todos los censados de aquel edificio céntrico, ubicado sobre el número 110 de la calle San Martín de Buenos Aires, eran extranjeros: seis franceses, dos italianos -uno era el mismo Pitré-, dos estadounidenses -entre ellos el Cónsul de los EEUU-, un inglés y hasta un alemán.


Por esa declaración jurada vemos entonces que Félix Pitré había nacido en Italia hacia el año 1837 aproximadamente, declaraba por profesión central la de "Retratista" -así se denominaba por entonces la labor de los fotógrafos-, indica que sabía leer y escribir y, según su decir, hacia la fecha era de estado civil soltero. Sin embargo, el hallazgo del acta de bautismo de su primera hija aporta una nueva luz sobre su biografía. Efectivamente, en el Libro de la Parroquia de San Miguel Arcángel, el 25 de abril de 1868 se indica que la niña Magdalena María Pitré nació en la ciudad de Buenos Aires el 4 de marzo de 1867, como hija legítima de Don Félix Pitré, de 32 años y de Doña Concepción Giunti, de 19 años, ambos italianos, al igual que los padrinos; todos domiciliados en la ciudad de Buenos Aires.


Acta bautismal de la hija primogénita de Félix Pitré. Iglesia de San Miguel (Buenos Aires).El documento eclesiástico se encuentra parcialmente quemado, como consecuencia del incendio de ese templo por los sucesos del 16 de junio de 1955.


Acta de bautismo N° 990 del niño Arturo Pitré, quien fue bautizado en la Parroquia de la Concepción el 22 de octubre de 1871. Por entonces sus padres estaban domiciliados en el barrio porteño de La Boca.


Este último documento aporta un nuevo dato que nos llama mucho la atención. Comprobamos que hacia octubre del año 1871 la familia Pitré residía en el barrio de La Boca, uno de los puntos más castigados por la terrible fiebre amarilla que azotó Buenos Aires, la cual entre enero y junio de aquel año produjo la escalofriante suma de 13.614 muertos, entre ellos 6.201 italianos, siendo ésta la colectividad extranjera más afectada por aquel mortal flagelo.


El último ambrotipista


Si tuviéramos que dividir la fotografía argentina del siglo XIX en dos grandes momentos, sus rasgos distintivos se identificarían  por los procesos técnicos conocidos como positivos únicos y los negativos-positivos; en el primer grupo se ubican los daguerrotipos y ambrotipos, vigentes desde 1843 hasta fines de la década de 1860 y en el segundo podemos hablar de los papeles salados o talbotipos (1854-1860) y luego en forma abrumadora las populares copias en papel a la albúmina (1860-1890).


Dueños de estos complicados procesos técnicos, los fotógrafos profesionales se volcaron en forma casi absoluta a la explotación comercial de la retratística social; el flamante invento europeo ponía finalmente al alcance de la humanidad un verdadero milagro, nada menos que su propia representación icónica y, además, con una fidelidad realmente asombrosa. Se iniciaba de esta manera el desfile imparable en todos los pueblos del mundo hacia los misteriosos ateliers fotográficos.


Por entonces el daguerrotipo por sus altos precios estaba destinado a las clases más adineradas de la población, esta limitación elitista chocaba con los deseos de representación icónica del resto de la sociedad de su época. En la búsqueda de procesos más económicos surgió hacia 1854 la técnica del ambrotipo la cual básicamente, utilizaba el proceso ya vigente de las placas negativas de vidrio emulsionadas al colodión húmedo y, entonces, sobre un fondo oscuro y por reflexión de la luz se obtenía un positivo único, el cual se encapsulaba luego en los mismos estuches y marcos que los prestigiosos daguerrotipos. 


En los nuevos ambrotipos los tiempos de exposición frente a la cámara se acortaron y por supuesto resultaba una obra fotográfica más económica. Su difusión geográfica fue tan acelerada como la de su antecesor, el daguerrotipo. Apenas una década más tarde el joven militar argentino Félix Benavidez (1842-1929) encaminó sus pasos hacia el atelier del ambotipista Don Félix N. Pitré ubicado hacia la fecha sobre la calle Defensa 303 de Buenos Aires. 



En esa época, la visita a un estudio fotográfico estaba muchas veces asociada a un suceso trascendente en la vida de esa persona; imaginamos ahora que la decisión de Benavidez de retratarse con su uniforme de gala, podría estar vinculada al reciente estallido de la Guerra del Paraguay (1864-1870) sangriento conflicto que enfrentó al Imperio de Brasil, la Argentina y Uruguay contra el Paraguay de Francisco Solano López, conflicto en el que finalmente perecieron miles de combatientes de las cuatro naciones en pugna.


Vicente Osvaldo Cutolo en su Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (1985) nos indica que Félix Benavidez ingresó al Batallón 1° de infantería a las órdenes del Teniente Coronel Manuel Roseti y, que apenas iniciadas las hostilidades marchó al frente de combate. Luchó en la toma de Corrientes, en las batallas de Yatay, Uruguayana y Paso de la Patria; en la toma de Itapirú, la acción de Estero Bellaco, en Tuyutí y finalmente en el encuentro de Yataytí Corá, donde fue herido de gravedad.


El historiador Miguel Ángel Cuarterolo en su recordado libro "Soldados de la Memoria" (2000) señala que militares de los cuatro países en pugna asistían en masa a los estudios antes de viajar a los frentes de batalla; para la inmensa mayoría de esos jóvenes se trataba del primer retrato, pero para los que no volvieron... fue el último de sus vidas.


A pesar de que en torno a la fecha de ejecución de este ambrotipo (circa 1862) ya se encontraba en plena vigencia la popular y económica tarjeta de visita o "carte-de-visite" -con sus doce copias en distintas poses y en la medida de 10 x 6 cm cada una- constatamos que el futuro General Félix Benavidez optó por un retrato único y de mayor jerarquía y en la importante medida de un cuarto de placa (11,3 x 9 cm). 


En aquella vidriada galería de pose aérea -ubicada sobre la azotea del estudio porteño- el joven militar enfrenta decidido a la gran cámara de galería; bien disimulado a la vista, un sujetador metálico de nuca le facilita evitar cualquier movimiento que ponga en riesgo el retrato. Aquel Félix militar sudamericano que marcha a la guerra y el Félix retratista europeo que rescata su figura para siempre, se miran directamente a los ojos desde dos mundos diferentes. Para esa ocasión Pitré ha dispuesto una escenografía austera, con un telón de fondo liso claro y neutro. De cabello oscuro y fino bigote, Benavidez posa sentado sobre una silla de madera con respaldo abierto; sobre la pequeña mesa cubierta con una carpeta floreada apoya un brazo y  también el quepí reglamentario, con la otra mano sostiene la espada cruzada sobre una pierna. [2]


A nuestro entender, la actuación pictórica del italiano, poco conocida hasta el presente, se aprecia en el excelente iluminado (coloreado) de este ambrotipo decimonónico. Observamos la precisión y hasta la delicadeza de su pincel miniaturista en la aplicación de color oro sobre los 14 botones del uniforme, en ambas bocamangas, en el anillo, la empuñadura de la espada y aún en las finas guardas del quepí; además aplicó color rojo al mismo sombrero reglamentario y hasta avanzó en la delgada línea sobre el borde de la casaca militar.


Es importante destacar que al dorso del citado ambrotipo se encuentra pegada una pequeña etiqueta publicitaria de época -de solo 5,9 x 5,5 cm- en papel de tono verde y con la leyenda litográfica: "Félix N. Pitré - Fotógrafo - 303 Calle Defensa 303 - Buenos Aires". Como única ilustración en dicha publicidad se observa la clásica paleta de mano atravesada por cuatro pinceles y, curiosamente, ningún elemento alude a la nueva fotografía, lo que nos indicaría que el artista envía un fuerte mensaje al público local sobre su condición de pintor retratista. Estudios estadísticos que realizamos oportunamente, indican que solo alrededor del 10% de los daguerrotipos y ambrotipos realizados en la Argentina fueron firmados por sus autores y consideramos que en este caso hemos tenido mucha suerte. El encargo a una imprenta porteña de la citada etiqueta litográfica, presupone una cierta producción de retratos al ambrotipo por parte de Félix N. Pitré, obviamente preocupado por identificar sus propias obras.