En el año 1968 y en Nueva York Liliana Porter tuvo una brillante idea. Tomó una hoja de papel y la fue paulatinamente arrugando y fotografiando. Diez de estas capturas fotográficas, que evidencian la transformación desde el plano liso hasta el bollo de uno de los soportes fundamentales de las artes visuales, y principal de la disciplina que Porter desarrollaba por entonces, el grabado, fueron justamente llevadas al fotograbado. Esta obra se titula Arruga y figura como hito, el comienzo de la carrera profesional de esta artista argentina que vivía en Nueva York desde 1964 e integraba el colectivo The New York Graphic Workshop. Porter vibraba entonces al ritmo de su tiempo. La vanguardia neoyorquina de los años 60 reemplazaba la representación por la presentación; nacía el arte conceptual. Ya no se dibujaba una sombra sobre el papel, el papel era la sombra misma. El escritor Emmet Williams, destacado miembro del movimiento Fluxus, escribió el texto introductorio del porfolio Arruga. Situó el gesto visual de Porter dentro de una trayectoria experimental que dialoga con artistas que cuestionan la representación y la materialidad. Escribió «…Yves Klein lo azula, [Jean] Tinguely lo electrifica, [Jesús Rafael] Soto lo hace vibrar, [Georges] Mathieu se revuelca en él, [Lucio] Fontana lo corta, Christo lo envuelve, Arman lo colecciona, [Daniel] Spoerri lo pega a la mesa del comedor, Dieter Roth lo deja vegetar, Liliana lo arruga…».
Esta obra, junto a la gran instalación del mismo nombre [Arruga] de 1969-2025 en la que este pliegue del papel vuelve a ser protagonista, pero llevado al paroxismo de cubrirlo todo, paredes y sillas, y donde el público puede tomar una impresión offset de la arruga original, arrugarla a su vez, y hacer un bollito para tirar en la instalación, conforman el comienzo de Travesía, la exhibición dedicada a Liliana Porter [Buenos Aires, 1941] en el Malba. Actualmente radicada en Nueva York, Porter volvió a la Argentina para presentar una exposición retrospectiva de su trabajo que abarca su amplia trayectoria iniciada en los años 60. La exposición reúne una rica selección de series y obras únicas que la artista produjo entre 1968 y 2025, entre los que se incluyen grabados, dibujos, instalaciones, fotografías, pinturas, videos, e incluso obras escénicas, performances. Un viaje que quiebra la linealidad temporal para proponer un diálogo entre trabajos de diferentes décadas, reunidos según algunos de los temas fundamentales que subyacen a la obra de Porter: el cuestionamiento de la representación, el papel del artista en la sociedad, la importancia del trabajo, la mujer en el arte, la memoria, la literatura, el viaje, lo absurdo de la violencia, las consecuencias del cambio climático, el colapso social y la reparación como forma de cuidado, entre muchos otros. Dialogamos con la artista sobre diversos aspectos que emanan de esta gran muestra.
Arruga, instalación de 1969-2025, que incluye la impresión de una arruga, pegada en paredes, una silla, y vuelta a arrugar.
Hilario: Al recorrer la muestra observamos que la reflexión en torno a la representación, aquel grito de vanguardia en Arruga, reaparece en toda tu obra. La idea se manifiesta de un modo lúdico, mediante la ilusión de juegos ópticos, el trompe-l’œil o trampantojo. La reflexión intelectual, el concepto, se nos presenta de modo seductor. Podríamos elegir de entre muchas de esta exposición, sirvan dos como ejemplos. La instalación Sin título de 1973 y recreada este año, en la que clavos e hilos reales conviven con clavos e hilos dibujados por vos misma en la pared del museo. Por otro lado, en Naturaleza muerta con libro y fruta, acrílico, serigrafía y collage sobre tela de 1983, la fotografía de una reproducción de catálogo de un bodegón de Roy Lichtenstein es estampada serigráficamente sobre la tela, y sus elementos dibujados y pintados nuevamente. Las frutas «salen» del dibujo de Lichtenstein y cobran realidad, a tal punto que unas uvas aparecen sobre un nuevo bastidor adosado al original. En ambas obras el ojo del espectador es engañado, qué es lo real y qué lo dibujado, qué es lo presentado y qué lo representado, ¿qué lugar ocupa esta reflexión y estos procedimientos, ilusorios podríamos llamar, en tu creación?
Liliana Porter: Pienso que un tema importante subyacente en casi toda mi obra es el límite ambiguo entre realidad y representación. Me interesa la distancia entre la cosa y la palabra que la nombra. Es un área límite y lo que yo me planteo es una forma de cuestionar la realidad de la realidad. Se trata de lo inaprensible del concepto a través de una representación. Por dar un ejemplo: una silla no puede ilustrar el arquetipo silla.
Qué es real y qué dibujo, en Sin título [1973-2025] instalación con hilos y clavos [detalle].
Hilario: En varias obras, especialmente en las de tu etapa de pinturas de las décadas del 80 y 90, aparecen obras literarias. En Sin título [con libros] de 1989 una serigrafía sobre tela reproduce una fotografía de los libros Sabadomingo de César Tiempo, Sombra del paraíso de Vicente Alexandre e Historia de la eternidad de Borges. Esta misma fotografía aparece en otra obra, a la vez que nos encontramos con varias otras referencias y citas borgianas, así como de Lewis Carrol. ¿Por qué elegiste estas obras, cuál es el cruce de la literatura o de estos autores con tu obra?
Liliana Porter: Esos libros son parte de mi vocabulario porque son objetos familiares para mí. Esa familiaridad es consecuencia de mi lectura y mi placer de leerlos. Es sabido mi interés por Borges porque él toca temas que son importantes en mi propia obra como son el tema del tiempo y el del lenguaje. Lewis Carrol es evidente por su pasaje de una realidad a otra y a veces la simultaneidad de situaciones aparentemente irreconciliables o contradictorias.
Sin título [con libros] de 1989. Acrílico, óleo y ensamblajes [detalle].
Hilario: Tu madre Margarita Galetar fue poeta y grabadora y tu padre Julio Porter fue uno de los guionistas más prolíficos del cine argentino, con más de 100 guiones y unas 25 películas dirigidas entre 1942 y 1979, ¿de qué modo influyeron esas herencias?, ¿cómo fueron las miradas, los cruces, los diálogos con tus padres artistas?
Liliana Porter: Mi abuelo tenía la imprenta Porter Hermanos donde se imprimieron libros importantes de jóvenes escritores de la época. Allí se imprimió por ejemplo la revista Martín Fierro. Mis padres se conocieron como poetas adolescentes y mi padre comenzó a hacer cine desde muy joven. Mi casa estaba siempre llena de poetas, actores, músicos y escritores. El arte siempre estuvo presente en mi vida cotidiana desde niña. Yo solo fui la primera en dedicarme a las artes visuales. Mi mamá aprendió grabado conmigo. Siempre dibujaba y fue muy creativa en todo, pero su cosa primera cuando yo era niña era la literatura.
Como si de su serie «Diálogos incongruentes» se tratase, en la imagen una casual espectadora de sobretodo azul observa la obra El límite, de 1993, acrílico, serigrafía sobre tela y silla. La obra es un homenaje a Una y tres sillas, pieza del arte conceptual de Joseph Kosuth de 1966 en la que presentó una silla real, una fotografía de la misma, y la definición de silla tomada del diccionario. A su vez, refiere al azul de Yves Klein, y al texto «El límite, el espejo, el otro», de Jorge Luis Borges.
La exposición Liliana Porter Travesía podrá visitarse en la sala 5 del Malba hasta el 13 de octubre de 2025.