Reinventar América: Construir, borrar, repetir

El descubrimiento de América, ca. 1591, Philippe Galle y Johannes Stradanus.  Grabado de la serie Nova Reperta. Imagen: Getty Research Institute, 2020.PR.2



Chimborazo visto desde el plano de Tapia, Louis Bouquet. Grabado de Alexander von Humboldt, Vues des Cordillères, et monumens des peuples indigènes de l'Amérique [Paris, 1810], entre pp. 200 y 201. Imagen: Getty Research Institute, 85-B1535



La celebración del lagarto, 2022, Denilson Baniwa. Intervención digital en Columnam à Praefecto prima navigation locatam venerantur Floridenses [detalle], de Jacques de Morgues Le Moyne [Francés, ca. 1533– antes de 1588], Brevis narratio eorum quae in Florida Americæ provincia Gallis acciderunt [Fráncfort, 1591], pl. 8, Getty Research Institute, 87-B24110. Cortesía del artista.



Escenas de canibalismo basada en las ilustraciones de La verdadera historia de Hans Staden. Grabado Theodor de Bry, Americae Tertia Pars [Fráncfort, 1592–ca. 1597], p. 127. Imagen: Getty Research Institute [87-B24379]



Idurre Alonso


Curadora de Colecciones Latinoamericanas en el Getty Research Institute de Los Ángeles. Antes de tener este cargo fue Curadora en el Museo de Arte Latinoamericano [molaa] durante once años. Entre las más de cuarenta exposiciones que ha curado destacan: Changing the Focus: Latin American Photography 1990-2005 [2011], Customizing Language [2016], The Metropolis in Latin America [1830-1930] [2017] y Alfredo Boulton: Looking at Venezuela [1928-1978] [2023]. Sus intereses de investigación abarcan las prácticas fotográficas experimentales de América Latina, las intersecciones entre el arte y la poesía, el desarrollo de narrativas nacionales desde el siglo XIX, y la exploración de jerarquías de poder en el arte latinoamericano emergente. Idurre ha editado siete libros y ha participado en numerosas conferencias y simposios internacionales. En 2024 obtuvo su doctorado con la tesis Fotografía es arte. Prácticas fotográficas experimentales en Argentina, 1965-1972.


Por Idurre Alonso *

[Curadora de Colecciones Latinoamericanas, Getty Research Institute]


En agosto de 2022 se inauguró en el Getty Research Institute [GRI] de Los Ángeles la exposición Reinventar América: Construir, borrar, repetir. La muestra reunió materiales clave de las colecciones coloniales y del siglo XIX pertenecientes a los acervos latinoamericanos del GRI, y contó con la participación del artista indígena brasileño Denilson Baniwa, quien intervino diversos objetos y presentó una serie de obras nuevas, entre ellas un mural de gran formato y un gabinete de curiosidades.

 

En octubre del año pasado, la exposición se trasladó al Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, donde se incorporaron treinta piezas de la colección de dicha institución, así como cinco obras del Colectivo Cherani, integrado por artistas p’urhépechas de Cherán, Michoacán. Actualmente, la muestra puede visitarse en el Museo Amparo de Puebla, hasta el 14 de julio de 2025.

 

Reinventar América se centra en el análisis del imaginario acerca del continente, que se construyó por medio de las ilustraciones y grabados europeos creados desde el siglo XVI hasta el XIX. Inspirada en parte en las ideas que el historiador mexicano Edmundo O’Gorman propuso en su libro, La invención de América, de 1958, sostiene la premisa de que América es una creación europea [1]. Como evidencia de esto, la exposición examina el modo en que conquistadores, cronistas, viajeros y artistas representaron y describieron los recursos naturales y la población local del continente, a menudo dando forma a ideas ficticias. Al fusionar la realidad con sus propias convenciones e interpretaciones, generaron imágenes fácilmente reproducibles que se difundieron ampliamente, perpetuando estereotipos y prejuicios que persisten en la actualidad.

 

Mi propuesta con esta exposición fue crear un espacio en el que se cuestionasen ideas establecidas y se abriesen otras posibilidades de interpretación y diálogo, mediante la incorporación de nuevas perspectivas y voces para fomentar una reflexión crítica sobre el legado colonial y sus implicaciones en el presente. Fue con estas ideas en mente que decidí invitar al artista Denilson Baniwa a sumarse al proyecto y a que insertase su voz en la narrativa de la exposición. El trabajo que Denilson generó agrega capas de significado sobre los objetos históricos, desafía la concepción estática de la historia y ofrece perspectivas alternativas que invitan a la reflexión.

 

La exposición se organiza en torno a cinco núcleos temáticos: La alegoría de América, Maravillas de la naturaleza, Construyendo el arquetipo local, Narrativas de la conquista y Viajeros del siglo XIX. El recorrido comienza con una exploración de la figura alegórica de América, concebida por artistas europeos desde el siglo XVI como una mujer semidesnuda y combativa. Esta representación transmitía una imagen idealizada pero violenta del continente, asociando a sus habitantes con hábitos considerados salvajes y bárbaros.

 

Adornada con plumas, y a veces armada con arco, flechas o un garrote tupinamba, esta figura alegórica también incorporaba elementos como cuerpos mutilados o cabezas decapitadas, reforzando nociones de violencia y canibalismo. A su alrededor, animales autóctonos contribuyen a construir una imagen de exotismo y abundancia natural. Desde el célebre frontispicio del Theatrum orbis terrarum [1570] de Abraham Ortelius —considerado el primer gran atlas moderno— hasta los grabados de la serie Nova Reperta [ca. 1591] de Philippe Galle y Johannes Stradanus, esta iconografía se mantuvo vigente durante varios siglos.


Teatro de la órbita del mundo. Grabado coloreado a mano. De Abraham Ortelius, Theatrum Orbis Terrarum [Amberes, 1603], portada. Imagen: Getty Research Institute, 2579-126


De manera similar a la representación alegórica del continente, los pueblos indígenas fueron retratados a través de estereotipos visuales que los mostraban desnudos, ornamentados con plumas y rodeados de elementos como hamacas, frutas y animales locales. Estas imágenes no buscaban documentar con precisión, sino que respondían a tradiciones artísticas europeas y modelos de idealización corporal tomados del arte clásico grecorromano.

 

La homogeneización de estas figuras puede observarse en distintos ejemplos. Por un lado, el hombre indígena de California, representado por Jacques Grasset de Saint-Sauveur y L. Labrousse en el siglo XVIII; por otro, el patagón ilustrado por Alain Manesson Mallet en el siglo XVII. Ambos aparecen como cuerpos musculosos, semidesnudos, adornados con plumas y armados, sin importar su región de origen. Este tipo de representación redujo la diversidad cultural del continente a una imagen simplificada y repetitiva.

 

El mundo natural de América fue otro de los grandes focos de interés en las representaciones europeas. La abundancia de recursos y la diversidad de flora y fauna alimentaron tanto el estudio científico como la imaginación fantástica. Entre los siglos XV y XVIII, numerosos tratados de historia natural abordaron estos temas. Mientras algunos adoptaban un enfoque más riguroso, otros recurrían a descripciones especulativas que fomentaban la idea de un territorio misterioso y peligroso, habitado por criaturas extraordinarias.

 

Un buen ejemplo de esta visión distorsionada es la obra De nieuwe en onbekende weereld [1671], del pastor protestante holandés Arnoldus Montanus, quien nunca visitó América. Su libro está repleto de errores e imágenes fantasiosas sobre los habitantes y los animales del continente. En contraste, una perspectiva más científica se encuentra en los trabajos de Francisco Hernández, médico de la corte de Felipe II. Enviado a América en 1570 con el encargo de estudiar las propiedades medicinales de las plantas, Hernández pasó siete años en México, donde catalogó especies vegetales, animales y minerales con la colaboración de artistas indígenas. Su obra Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus constituye un esfuerzo pionero en el conocimiento científico del continente.

 

Otro tema central en las narrativas coloniales fue la interacción entre los europeos y las poblaciones indígenas. Las crónicas, cartas e ilustraciones producidas durante la conquista solían exaltar los enfrentamientos entre europeos e indígenas, ocultando o minimizando los efectos devastadores del proceso colonial: la supresión de culturas locales, la conversión forzada al cristianismo y la esclavitud. Sin embargo, también surgieron voces críticas frente a la violencia de los colonizadores.

 

Una de las denuncias más influyentes fue la de fray Bartolomé de las Casas, quien en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias condenó con firmeza los abusos cometidos por los españoles. En 1598, el editor Theodor de Bry publicó la primera versión en latín de esta obra, acompañada de grabados que ilustraban escenas de extrema crueldad. Estas imágenes, ampliamente difundidas en Europa, no solo reforzaron la denuncia de Las Casas, sino que también alimentaron un discurso anticatólico y antiespañol muy extendido en los países protestantes, en el contexto de las guerras de religión.

 

La exposición concluye con una sección dedicada a los viajeros, científicos y artistas que recorrieron América en el siglo XIX. Aunque su enfoque fue más técnico y sistemático que el de sus predecesores coloniales, muchos de ellos perpetuaron representaciones deshumanizadas de las poblaciones locales y afrodescendientes, tratándolas como meros objetos de observación o estudio antropológico.

 

No obstante, es importante reconocer que algunos de estos viajeros también realizaron valiosas aportaciones al conocimiento científico y cultural del continente. Sus registros no solo documentaron la geografía, la fauna y la flora, sino también las lenguas, costumbres y tradiciones de los pueblos indígenas, contribuyendo a una comprensión más amplia de la diversidad americana. A pesar de los prejuicios inherentes a su época, muchas de estas crónicas ofrecen testimonios significativos sobre la realidad social y política del siglo XIX. Entre los autores más destacados se encuentran Alexander von Humboldt, Johann Moritz Rugendas y John Gabriel Stedman, cuyas obras no solo describen el paisaje y los pueblos del continente, sino que también denuncian los abusos cometidos contra los esclavos, sumándose a los discursos antiesclavistas que empezaban a cobrar fuerza en Europa y América.

 

Los materiales presentados en esta muestra evidencian el hecho de que las reinvenciones de América jamás han sido estáticas, homogéneas, ni lineales. Evolucionan constantemente, lo que confirma que lo seguimos haciendo hoy en día. Esta exposición ha buscado «sacudir» los materiales históricos y crear una nueva reinvención en la que las perspectivas de aquellos que históricamente han sido marginados tomaran protagonismo.

 

Notas:

1] Edmundo O’Gorman plantea que América no fue descubierta sino inventada y analiza el germen y desarrollo de la construcción del continente. O’GORMAN, Edmundo. La invención de América, el universalismo de la cultura de Occidente. Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1958.

 

* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


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