Poncho balandrán. Cultura Aymara. Región Bolívar, Bolivia. Primera mitad del s. XX.
Prenda de alta calidad, fiel exponente de la más calificada tradición textil aymara, nacida en la antigua Quirquiavi, cuyo territorio se extiende actualmente sobre una superficie tripartita perteneciente a los departamentos de Oruro, Cochabamba y Potosí (1). Los tejidos de Bolívar -así llamada actualmente esta región- son únicos en su concepción, merced a un particular diseño ornamental de calles compuestas por listas de tejido llano policromo y callecitas de urdimbre complementaria compleja. La denominación “Bolívar” no corresponde a la provincia homónima de Cochabamba sino al estilo de sus textiles, diferente de los departamentos mencionados.
Este poncho ha sido tejido en telar de estacas, a faz de urdimbre de cuatro bordes con fibra hilada y torcida artesanalmente con huso, proveniente de la esquila de alpacas de las llamadas “reales”, criadas en las elevaciones andinas a más de 4500 metros de altura, lo que las diferencia del resto, cuyo desarrollo transcurre entre los 3700 y 4200 metros msnm.
Medidas. Largo: 170 cm. Ancho: 122 cm.
La costumbre de tejer “a cuatro bordes” de las tejedoras altoperuanas implica que cada paño del poncho sea tejido individualmente de punta a punta, y el segundo paño será una copia del primero, muy semejante pero nunca igual. Por lo tanto, una vez unidos los dos paños nace una pieza única e irrepetible.
En sus laterales puede observarse la presencia de lloque, un artificio visual de espina de pez que presentan los ponchos destinados a personajes importantes en la vida social o religiosa de las comunidades aborígenes, y se obtiene a partir de la alternancia de grupos de hilos de urdimbre hilados es S y torcidos en Z, con otros grupos de hilos hilados en Z y torcidos en S a la hora de armar la urdimbre en el telar. Además del goce estético, el poncho con lloque –según la tradición aymara- confiere protección divina a su dueño.
El azul-negro de la pampa (el campo) ha sido obtenido mediante tinción con añil y vaina de espinillo, y en este proceso se ha respetado la laboriosa técnica empleada durante varios siglos, reservada sólo para prendas de alta calidad desde la irrupción invasiva del colorante artificial (patentado en 1856 bajo el nombre de Anilina, en virtud de que el color azul, que hasta entonces sólo se obtenía con añil, fue el primero en obtenerse). La filatura utilizada en las diez calles de pallai (cinco sectores de diseño decorativo en cada paño) también ha sido teñida con una variedad de colorantes naturales, incluida la grana de cochinilla para el rojo y el rosado.
Los conquistadores llamaron balandranes a los ponchos ceremoniales -más largos que los habituales- de quechuas y aymaras del Alto Perú. Y el apelativo deviene del término balandrán, antiguo vocablo español utilizado para caracterizar a los tejidos del vestuario de clérigos hermanos de caridad, de un largo notable –algunos de ellos llamados también talares, por cubrir los tobillos hasta el talón del pie- dando origen a que una cierta cantidad de ponchos antiguos que integran una categoría especial: los ponchos balandranes (Balandrán Style). (2)
Es digno de mención el hecho de que la innegable calidad artesanal y la elegante ornamentación de esta pieza textil, se ven realzadas aún más por su excelente estado de conservación.
Notas:
1. Teresa Gisbert, Silvia Arce y Martha Cajías: Arte Textil y Mundo Andino. Plural Editores, La Paz, Bolivia, 2006, pág. 229.
2. Balandrán. The Gilles W. Mead & Parry Mead Murray. Collection of Aymara Ponchos. William Siegal Gallery. Santa Fé, U.S.A., 2014, pág. 19.
| ITEM | 98 |
|---|---|
| PRECIO | U$S 1000 |
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