El museo, una creación compartida, en la voz de Luis Camnitzer

Luis Camnitzer. Fotografía: Gentileza MAMBA.



En pleno corazón de San Telmo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), en la intersección de la Av. San Juan y la calle Defensa. Fotografía: Ada Naval. Gentileza Wikipedia.



Ana Martínez Quijano


Periodista, crítica de arte y curadora independiente. 


Por Ana Martínez Quijano

La 55ª Conferencia Anual del CIMAM (Comité Internacional de Museos y Colecciones de Arte Moderno) celebrada en noviembre pasado en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires con la participación de 250 directivos del mundo constituyó un valioso ámbito de análisis y reflexión sobre el tema convocante: “El museo, una creación compartida: Ética, transformación social y legado cultural”. Los encuentros y reencuentros, los intensos recorridos, la oportunidad de compartir ideas, convirtieron las conferencias en motivo del mayor interés.


La directora del Moderno, Victoria Noorthoorn, destacó que “por primera vez en la historia del CIMAM se abordó el rol social y educativo de los museos de arte moderno y contemporáneo. Y justamente, sobre el tema educativo, el orador fue Luis Camnitzer (1937) artista, teórico y docente uruguayo radicado en Nueva York desde 1964. Figura frecuente en bienales (Whitney, Documenta, La Habana, Venecia), sus obras están presentes en casi medio centenar de museos y es profesor emérito de la Universidad de Nueva York. Entre sus libros se destacan, “Arte nuevo de Cuba”, “Didáctica de la liberación. Arte conceptualista latinoamericano”, “On Art, Artists, Latin America, and Other Utopias”, “De la Coca-Cola al Arte Boludo” y “One Number is Worth One Word”.


Su contundente mensaje sobre “El giro educativo y el giro artístico”, tema de su ponencia, expresa una poderosa advertencia acerca de los riesgos de un sistema que trasciende el área de los museos y podría extenderse a otros órdenes de la vida. Camnitzer denunció con claridad el peligro que implica el avance de la educación STEM, la sigla inglesa para ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, que tienden a erradicar las humanidades y el arte.


“El rol fundamental del museo es organizar objetos y mantenerlos dentro de un entorno intelectual que subraya que los museos son depósitos de conocimiento como también depósitos de objetos, y que todo el ejercicio corre el peligro de ser fútil a menos que la acumulación de los objetos sea estrictamente racional”.

 

Con esta cita literal del director de un prominente museo enunciada hace 30 años, el orador vuelve el tiempo atrás y señala que dicha descripción representa la política actual de estas instituciones. Aclara que el esquema tradicional basado “en la ostentación y el consumo de objetos”, tiene como resultado una operación que siempre beneficia a la institución, y sólo ocasionalmente al visitante. “El gran ausente de esta imagen es el artista cuyas obras llenan los depósitos y le dan su razón de ser. Por suerte, como artista, a mi esta ausencia no me hace sentir víctima o querer llorar. Casi lo contrario”, confiesa. De este modo desnuda el intercambio de favores con artistas cómplices del sistema. “Aunque no lo decimos abiertamente, apostamos a los museos a dos puntas. Una para mantener un pacto mutuo de credibilidad. Otra, porque el museo es nuestra definición de lo que es la posteridad. Es allí en donde, con suerte, enterraremos nuestros restos para que nos visiten después de muertos”.


Pero el tema principal es “qué cosa entendemos nosotros por educación y, qué cosa entienden por educación los museos”. Registrados como instituciones educativas, muchos museos están eximidos del pago de impuestos, tanto ellos como sus donantes. Pero los departamentos de educación carecen de poder y son, generalmente subalternos de la curaduría. “Se encargan de vender muestras y su función es sofisticar el gusto del público. O sea, no educan sino que ayudan a ampliar la base de consumo”.


Hace unas tres décadas el “giro educacional” fue un movimiento bien intencionado de resistencia y de cambio, pero débil en su impacto. “Nos embarcamos en él para cambiar radicalmente las instituciones existentes. Pero la inercia institucional y sus intereses nos superaron”.


Camnitzer denuncia entonces que, hoy, la presencia de un enemigo mucho más importante y peligroso nos amenaza a todos y, por lo tanto, también a los museos. “Me refiero a la educación STEM, la sigla inglesa para ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. STEM busca la lenta erradicación, o por lo menos la sumisión, de las humanidades y el arte, promueve que el ingenio ocupe el lugar de la creación”, destaca.

 

El ingenio busca la eficacia reorganizando lo ya conocido. En cambio, el arte verdadero explora lo que no se conoce y, agrega la poesía que, no es solamente sueño o visión, sino el esqueleto arquitectónico de nuestras vidas. Lentamente se va erosionando la definición ya citada, de ser un depósito de conocimientos para convertirse en un depósito de frivolidades.


Sin ocultar la gravedad del tema reclama retomar con urgencia el trabajo de un “giro artístico” y encarar una reforma total de la educación. “Una vez lograda, los museos no tendrán otra opción que ajustar su misión pedagógica”, sostiene. Los museos podrían volverse “educativos” con solo unirse a esta lucha, pero Camnitzer aclara que no ven al enemigo, no entienden el peligro. “Peor aún, están por perder el último tren que va hacia la salud mental. Un giro educacional verdadero, no se trata de un ajuste de los museos en su misión paternalista de llevar el arte al pueblo y sofisticar el consumo. Se trata de un “giro artístico” radical efectuado en la educación que nos prepara para conocer.

Surge entonces la condición de la inutilidad del arte y la necesidad de brindarle espacio, dado que ofrece un campo propicio para la especulación y la imaginación. El foco en el arte como una actividad del pensamiento hace que los artistas asuman la responsabilidad de ser “obreros del conocimiento”, por encima de ser buenos artesanos. Hoy, los museos tienen la oportunidad de redefinirse, apoyar este rol cognitivo y un arte ligado a las ideas, la imaginación y la poesía. “Pueden ayudar a un cambio curricular profundo para que la educación integre la imaginación y lograr la generación de conocimientos en todos los educandos y en todas las disciplinas”.


El modelo tradicional de lo que podemos llamar el “Museo de la Oligarquía Ilustrada”, a pesar de sus limitaciones canónicas y clasistas, todavía permite atisbar un poco las cosas que no conocemos. Pero si no nos cuidamos, con el modelo de la educación STEM la nueva institución pasará a ser un “Museo de la Propiedad y del Ingenio”. “No sé si, como artista o ciudadano, esta institución me interese mucho”, concluye.


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