Le compagnone, obras maestras con historia

Interesante œuvre de maîtrise con un cerramiento de cubierta formado por piezas de madera ensambladas. Europa. Finales del siglo XIX. Alto: 41 cm. Frente: 80 cm. Profundidad: 50 cm.



Preciosa y compleja resolución arquitectónica en una œuvre de maîtrise de antigua realización. Europa. Principios del siglo XX. Alto: 54 cm. Frente: 26 cm. Profundidad: 15 cm.



Fina ejecución de una pieza de exámen realizada en escala. Europa. Primera mitad del siglo XX. Alto: 24,6 cm. Frente: 37 cm. Profundidad: 14,5 cm.



Es difícil encontrar una traducción muy precisa de los términos franceses de «compagnon» y «compagnonage», ya que reúne el concepto de gremio y cofradía, por el compañerismo entre artesanos de distintas disciplinas como carpinteros, ebanistas, albañiles, canteros y vidrieros, por citar algunos pocos oficios, y su vocación laica de comportamiento social ético, toda una hermandad de asistencia entre los miembros. Para los fines de este artículo, se utilizará el término «compañerismo».

 

Tradición centenaria, garantía del saber hacer y de la excelencia en el trabajo artesanal de toda Europa medieval, el compañerismo se transformó en las últimas décadas en una modalidad de trabajo manual prácticamente invisible para el público en general hasta el momento de su significativa participación en la restauración de la catedral de Notre Dame de París, patrimonio mundial indicado por la UNESCO, una maravillosa expresión de la arquitectura gótica. En Francia, los maestros compagnons son hoy los herederos de los grandes constructores de las catedrales. Convocados frente al drama ocasionado por el incendio de Notre-Dame de París ocurrido en abril de 2019, han sido reconocidos como los guardianes del conocimiento transmitido de generación en generación, en busca de la obra maestra absoluta. Los esfuerzos de los restauradores de la catedral parisina demostraron en forma muy visible el uso de métodos tradicionales de construcción.

 

Ante tamaña tragedia, la demanda de maestros calificados en una gran diversidad de oficios en el país galo y más allá de sus fronteras, motorizó los más diversos encuentros entre calificados carpinteros, canteros, vidrieros y hasta organeros, especializados luthier, por citar apenas unos pocos oficios reunidos.

 

Solo para reconstruir las vigas del techo medieval, y la aguja -emblema de Notre Dame-, carpinteros de gran oficio utilizaron unos dos mil robles talados en los bosques de Francia, cada uno trabajado con hachas al modo de las antiguas técnicas utilizadas en la construcción original de la catedral.


En plena faena, las distintas herramientas dan cuenta de la especialización en cada paso de la construcción. Fotografía: Biblioteca de Nuerenberg, Alemania.


Profesión reconocida y orgullosa de sus conocimientos, la carpintería es uno de los primeros oficios en los que sus miembros se reúnen y organizan. A partir del siglo XII, la construcción de catedrales requirió que los maestros de obras, y en particular los maestros carpinteros viajaran de un lugar a otro y compartieran sus conocimientos. Estos movimientos y los intercambios, acompañados de ritos de paso que permanecen secretos, están en el origen de los gremios, el primer estadio organizativo de los movimientos obreros. Si bien una vieja tradición remonta la organización de los primeros maestros compagnon a la construcción del Templo de Salomón en Jerusalén, las raíces históricas del compañerismo se sitúan, en realidad, en la época de la construcción de las grandes catedrales y palacios del reino de Francia. Posteriormente, después de unos siglos de relativa desaparición, en la primera mitad del siglo XIX, el compagnonage recuperó su prestigio, convirtiéndose en un actor importante en el mundo del trabajo y de la sociedad francesas.

 

Le tour de France del compagnon

 

Hasta mediados del siglo XIX, el aprendizaje demandaba una larga formación de cuatro a seis años y los jóvenes que querían mejorar en su oficio debían tener una sólida base de conocimientos técnicos. Pasar de un taller a otro, o de una obra a otra, les requería adquirir nuevas habilidades y aprender nuevos procesos, pero el desarrollo de sus conocimientos dependía sobre todo del deseo de aprender por sí mismos. Una vez finalizada la primera formación, llegaba el momento de que los aprendices, ahora aspirantes, comenzaran su famoso Tour de Francia [1]: la oportunidad de seguir las lecciones de los mejores compañeros que trabajaban en las obras de construcción más importantes del país y adquirida una mejor formación, rendir el examen que los habilitaba para ser titulares de talleres propios y al fin, de maestros.

 

Esa resultaba ser la etapa definitiva de este tour de France, cuando los jóvenes artesanos presentaban a los formadores su obra maestra: una pieza destinada a demostrar todo su saber hacer y su virtuosismo -una miniatura hecha a escala-, adquiridos a lo largo de años de aprendizaje. En la tradicional construcción de catedrales en el viejo mundo, como en pagodas asiáticas y templos budistas, los artesanos examinados acudían a la denominada estereotomía -arte y técnica- que permite construir en el espacio tridimensional, llamada L' art du Trait [el arte del trazo] en francés [2], schiften -en alemán-, y kikujutsu, en japonés.


Dueño de los secretos del oficio, el aspirante elaboraba una pieza de recepción que presentaba al examen. Superada la prueba era calificado con el rango de maestro.  Europa. Primera mitad del siglo XX. Alto: 17 cm. Frente: 30 cm. Profundidad: 15,5 cm. 


Ahora llamada «pieza de recepción», permite a su creador, si se lo considera digno, obtener a su vez el título de maestro compagnon. En épocas anteriores, estas miniaturas o maquetas también servían como elemento de «marketing” para el artesano calificado, al demostrar en tres dimensiones sus capacidades de diseño y ensamblaje.

 

Piezas de colección

 

En el mercado internacional de arte y antigüedades, el coleccionismo de estas piezas construidas a escala para que fueran examinadas por los grandes maestros de los gremios se encuentra en un alto nivel. Estas piezas de recepción pueden ser identificadas como «apprentice pieces», que bien podemos traducir como piezas de aprendiz, y las de mayor jerarquía, como «œuvres de maîtrise». Poco frecuentes, pueden representar estructuras de vigas, o una techumbre, como escaleras, muebles u otros elementos de construcción y decoración.


Las que ilustran este artículo bien cabría denominarlas de modo genérico como propuestas de cerramiento de cubiertas para diversos espacios arquitectónicos mediante el uso de piezas ensambladas de madera.

 

 Nota:

1] En Francia se conserva -muy demandada por las más diversas restauraciones en obras de relevancia histórica en toda Europa- una organización denominada Société Compagnonnique du Tour De France, verdadera escuela de formación en el oficio de la carpintería. Quien ingresa a la institución, pasará su primer año como interno y al cabo de una ceremonia de adopción será incorporado como aspirante. Recién entonces atravesará de tres a cinco años de aprendizaje para poder presentar una obra que le permita superar el examen y ser graduado de compagnon.


2] Declarado Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO. Precisamente los tratados del siglo XVI de origen francófono incidieron en obras como las bóvedas de madera que se utilizaron en los templos jesuitas de Asunción, Córdoba, Santa Fe y Salta.


Agradecemos la información brindada por Nicholas Livingston y Ramón Gutiérrez.


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