Alpargatas si, Darwin también

Charles Darwin por George Richmond. El  científico acaba de regresar de su viaje en el HMS Beagle [1831 - 1836], habiendo explorado nuestra región, y con 31 años posaba para el retratista inglés.



Ya anciano, Darwin fue fotografiado por Elliot & Fry, para quienes posó en varias ocasiones.



Irina Podgorny

(Quilmes, Argentina, 1963).


Historiadora de la ciencia. Doctora en Ciencias Naturales (Universidad Nacional de La Plata, Argentina). Investigadora Principal del CONICET en el Archivo Histórico del Museo de La Plata. Profesora Invitada en universidades y otras instituciones nacionales e internacionales. Presidente de la Earth Science History Society (2019-2020), desde 2021 es miembro del Consejo de la History of Science Society (HSS), donde está a cargo de su comité de Reuniones y Congresos.


Autora de numerosos libros, este año publicó Florentino Ameghino y Hermanos. Empresa argentina de paleontología ilimitada (Edhasa, Buenos Aires, 2021) y Los Argentinos vienen de los peces. Ensayo de filogenia nacional (Beatriz Viterbo, 2021). Sus artículos se han publicado entre otras revistas en Osiris, Science in Context, Redes, Asclepio, Trabajos de Prehistoria, Journal of Spanish Cultural Studies, British Journal for the History of Science, Nuncius, Studies in History and Philosophy of Biological and Biomedical Sciences, Museum History Journal, Journal of Global History, Revista Hispánica Moderna, etc.


Asidua colaboradora de la Revista Ñ, dirige la Colección "Historia de la ciencia" en la editorial Prohistoria de Rosario, donde en 2016 se publicó el Diccionario Histórico de las Ciencias de la Tierra en la Argentina, gracias a un proyecto de divulgación científica del CONICET.


Sus publicaciones pueden consultarse: AQUÍ


Por Irina Podgorny *

Hasta hace poco, el paso de Charles Darwin por estos territorios se contaba como si los mamíferos fósiles pampeanos hubiesen sido la fuente de inspiración de su teoría de la evolución. Un acto más de vanidad que de verdad histórica, pero en ese marco «Darwin en la Argentina» equivalía a convocar a la serie de vertebrados con pelos y glándulas mamarias atrofiadas o no, vivientes o extinguidos, con los que interactuó el naturalista de la barca inglesa en sus travesías sudamericanas. Esto incluía al gobernador de Buenos Aires, Don Juan Manuel de Rosas y al médico de policía Francisco X. Muñiz. Mamíferos por donde se los mire, tanto como los primates, con los que también se los asocia.

 

Sin embargo, Darwin, quizás a sabiendas del destino de los cadáveres, pasó los meses previos a su muerte dedicado al estudio de otros bichos que, hasta entonces tenían muy mal predicamento. En efecto, aunque se había ocupado de ellos en su juventud, ya anciano puso a toda la familia y amistades a observar la vida de las lombrices de tierra para, con esos datos, finalizar su libro sobre los gusanos. Volcó esas reflexiones en The Formation of Vegetable Mould Through the Action of Worms, with Observations on their Habits [La formación de la tierra vegetal por la acción de las lombrices con observaciones sobre sus costumbres], donde exploraba el comportamiento de estos invertebrados para mostrar, una vez más, cómo los cambios graduales durante largos periodos de tiempo pueden provocar consecuencias sorprendentes y de dimensiones enormes.

 

«Worms» -como se lo conoce entre los darwinistas- salió a la venta en octubre de 1881. The Times elogió a Darwin por exaltar a «los seres de bajo grado» mientras que el semanario Nature, como comenta Gordon Chancellor, destacaba la evidencia presentada sobre la inteligencia, la ceguera y la sordera de las lombrices. Citaban, por ejemplo, los experimentos y los dispositivos inventados para determinar que las lombrices seleccionan las partes de las hojas. Esos instrumentos ad hoc en la actualidad se guardan en Down House, el hogar y laboratorio de Darwin desde 1842, donde los visitantes pueden ver el fagot usado para probar la respuesta de las lombrices a las notas graves. O una réplica de la «piedra de lombriz», utilizada para medir la velocidad a la que las cosas se hunden a medida que los gusanos digieren el suelo y lo depositan sobre la superficie. El libro de más de 300 páginas vendió miles de ejemplares, a pesar de que su autor comentara a sus colegas que se trataba de «un libro pequeño de poca importancia.»


Fueron tan altas las ventas de su nuevo libro, que hasta protagonizó un retrato satírico publicado por la revista «Punch» en 1881, en el mismo año de la edición de Worms.


Ese éxito hizo que Darwin recibiera un número «risible» de cartas con preguntas, observaciones e ideas, incluso algunas que consideró «idiotas». El Darwin Correspondence Project, sitio que recopila su correspondencia, contabiliza 34 misivas en octubre de 1881, 38 en noviembre, 18 en diciembre y 23 en 1882, un total de 113 cartas sobre el tema que se interrumpieron con su muerte acaecida el 19 de abril de ese año. Entre las últimas que respondió, figura la del 26 de febrero de 1882 que, por circunstancias aún a determinar [Ver apéndice], se conserva en la Biblioteca del Colegio San Jorge de Quilmes. Se trata de una carta dirigida a Hilary Howard Leng [1862-1936], un empresario de origen británico que se radicaría y fallecería en la Argentina. Había nacido en Hull, Yorkshire, hijo de Joseph Watson Leng, papelero. Vivió en Camberwell, Londres, desde 1871 y fue empleado de la bolsa en 1881, en los años cuando le escribe a Darwin consultándole sobre la causa de muerte de las lombrices y que este responde como puede. Como la carta de Leng no ha sido hallada, no sabemos qué decía, en qué categoría la puso Darwin o si éste decidió descartarla de su archivo. Darwin le contestó diciendo así:

 

Dear Sir

I wish that I cd. answer your question, but I cannot. The usual cause of the death of worms is a parasitic larva of a Fly, but this cd. not apply especially to asphalt pavement. Worms are very susceptible to certain poisons, & coal-tar is poisonous to plants for a quite extraordinary length of time, & it may be so to earth-worms.— I have here an uncovered tennis court, consisting of concrete, & my sons tell me that they have often noticed dead & dying worms on the smooth surface; & this makes the whole case still more perplexing.—

I am glad that my little book has at all interested you & I remain

Yours faithfully | Ch. Darwin

[Ref,| Darwin Correspondence Project DCP-REPO-373, Library, St George’s College, Quilmes, Argentina]

 

[Traducida al español:]

Estimado señor

Me gustaría poder responder a su pregunta, pero no puedo. La causa habitual de la muerte de los gusanos es una larva parásita de una mosca, pero esto podrá no servir en el pavimento de asfalto. Las lombrices son muy sensibles a ciertos venenos, y el alquitrán de hulla es venenoso para las plantas durante un período de tiempo extraordinario, también puede serlo para las lombrices de tierra. Tengo aquí una pista de tenis descubierta y pavimentada, y mis hijos me dicen que a menudo han visto lombrices muertas y moribundas en la superficie; y esto hace que todo el caso sea aún más desconcertante.

Me alegro de que mi pequeño libro le haya interesado y le saluda atentamente | Ch. Darwin

 

Darwin, como la mayoría de los estudiosos de la época, no quedaba mal con nadie ya que se apoyaba en una extensa red de corresponsales que, así como preguntaban tonterías, podían ser muy útiles a la hora de recabar información.

 

Poco después, en 1884, Leng se matriculó en la Universidad de Londres, para más tarde pasar a Montevideo, donde se casaría con Eva Rosita Margarita Mac Coll [1860-1938], y luego a Buenos Aires, a cargo de la firma Leng, Roberts & Co. Constituida en 1908, con otro nombre, oficiaría como representante de las empresas financieras inglesas o estadounidenses de la región, como Baring Brothers y JP Morgan, y de las industriales y comerciales argentinas en Gran Bretaña.

 

Leng adquirió renombre no como lector de los Gusanos sino como una figura señera en la comunidad británica en el Río de la Plata, actuando como director o asesor de instituciones tales como el Hospital Británico, la Sociedad Británica, la Cámara de Comercio y la Asociación Argentina de Cultura Inglesa. Se desempeñó en los directorios de varias empresas anglo-argentinas como Gath y Chaves, el Ferrocarril Trasandino, los Trenes del Oeste, la Fábrica Argentina de Alpargatas, la Estancia Curamalán, la Compañía Argentina de Navegación, la Compañía de Maderas del Alto Paraná, Bagley & Co., La Forestal, la Compañía de Fósforos Sudamericana y la Papelera Argentina. Leng y Roberts controlaron las acciones de los sectores azucarero, vitivinícola, textil y papelero y, por todo ello fue nombrado caballero en 1926. De su matrimonio nacería Edmund Howard Leng [1901 – 1984], especialista en operaciones inmobiliarias y financieras que estudió en el San Jorge de Quilmes para continuar en Neuchâtel, Suiza. Quizás los Gusanos de Darwin con la carta dirigida a su padre llegaran a través de esta vía para recordarnos que, tras una alpargata gauchesca, puede esconderse un darwinista.  

 

Apéndice

 

Tomado de Carta original de Charles Darwin data de 1882 - Libraries - St George's College- con un agradecimiento especial a Nora Luaces y a Gabriela Oleszezuk.

 

Cómo llega la carta de Charles Darwin al St George's College [narrado por Nora Luaces de Kretschel, bibliotecaria del colegio -de 1979 a 2017- y protagonista de esta historia]:

«En 1979, año de mi incorporación al College, empecé a catalogarlos. Hasta ese momento sólo se llevaba un registro de donaciones en un libro inventario. Había un catálogo de fichas muy desactualizado. Comencé un nuevo registro en fichas continuando la clasificación en el estante de acuerdo a las categorías existentes. También desde esa época hubo un presupuesto muy importante para compra de libros.


Por todo esto no puedo precisar exactamente la fecha de llegada de este libro con la carta de Darwin ya que, en 1987, año del hallazgo, todavía entraban cajas y cajas.

Fue en febrero de 1987, previo al inicio de clases, que inspeccionando 'The formation of vegetable mould through the action of worms' encontré una carta que, aventuré, firmada por Darwin. En la soledad del trabajo en la biblioteca y en época de poca gente usándola, tenía que contar el hecho. Mr. G. R. Sims había sido nombrado headmaster, y no recuerdo si ya había llegado o se estaba estableciendo. Pero tuve una gran suerte, y para el College también. El profesor Rick Baylis también trabajaba preparando sus clases y vino a la Biblioteca. Cuando la vio dedujo que, aunque difícil de entender la escritura, era una carta firmada por Charles Darwin. En ésta le respondía al propietario original y lector, Mr. Hilary H. Leng, temas tratados en el texto. Este era el padre de E. H. Leng, OG. [1914] fallecido en 1936. Cuando llegó a oídos del Board, uno de sus miembros, el señor J. E. Rohm, OG, ofreció u$s 2.000 para que la carta fuera guardada en el Colegio. El libro y la carta permanecieron juntos. Mr. Sims dividió la suma donada en partes iguales para equipamiento del laboratorio y para la biblioteca». 


Mr. H. H. Leng fue, además de uno de los primeros benefactores del St George 's College, el primer doctor del Sanatorio del colegio.


* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


Subscribe to our newsletter to be updated.

Check our Newsletters