Un mercado y su vitrina

Sin título, s/f, óleo sobre tela​ de Marcelo Benítez, incorporado a la colección del Malba. Fotografía: Gentileza arteba.



Joven predispuesta (1984) de Osvaldo Lamborghini pasará a formar parte de la colección del Museo Reina Sofía de España. Fotografía: Gentileza arteba.



Oscar Bony, La cruz del diablo (detalle) obra de Oscar Bony de 1998 perteneciente a la  serie El triunfo de la muerte. Fotografía blanco y negro y vidrio baleados con pistola automática Walther P88 de 9 mm. Adquirida por el Museo Nacional de Bellas Artes. Fotografía: Gentileza arteba.



Jardín recorrido en lágrimas, obra de Eliana Quilla de 2023 adquirida por el Museo de Arte Contemporáneo de Salta. Fotografía: Gentileza arteba.



Anabella Laura Monteleone


Licenciada en Gestión e Historia de las Artes por la Universidad del Salvador, es Magíster en Crítica y Difusión de las Artes por la Universidad Nacional de las Artes.


Entre 2006 y 2009 se desempeñó como curadora de la colección estable del Museo de Arte Tigre y desarrolló el archivo general inicial de la institución realizando tareas de investigación complementarias.


Profesora Adjunta a Cargo de las cátedras Estética Contemporánea y Teoría del Arte e Historiografía de la Licenciatura en Gestión e Historia de las Artes de la Universidad del Salvador, profesora invitada a cargo de la materia Circuitos del Arte en ESEADE, y profesora de Estética Contemporánea en la Maestría en Educación Artística de la Universidad Nacional de Rosario.


Integra la dirección de la firma CONSULTART|dgb -especialista en temas de arte contemporáneo- y se desempeña como asesora en arte y mercado de coleccionistas e inversores.


Es también Investigadora del proyecto “Construcción social del valor del arte: la cuestión del dispositivo”, del área Mediatizaciones del Instituto de Investigación y Experimentación en Arte y Crítica de la Universidad Nacional de las Artes.


Imparte seminarios de crítica y filosofía del arte en el ámbito privado.


Por Anabella Laura Monteleone *

En los últimos años, y a un ritmo cada vez más intenso, la feria de arte contemporáneo registró una transformación en su formato. Por un lado, el más afín a su género de pertenencia, se presenta como un espacio de oferta comercial eficiente, que obtiene su fuerza por la convergencia de actores del mercado que, en suma, posibilitan el interés de todos los espectros de la recepción que de otro modo estarían fragmentados. La feria es, en síntesis, una instancia intermediaria calificada para el intercambio a gran escala en la que coinciden las expresiones artísticas que ya ganaron un espacio de reconocimiento en los circuitos del arte, y las tendencias emergentes. 

 

Es un lugar común señalar que la referente nacional indiscutible en esta materia es ArteBA, que en su última edición mostró el necesario músculo para afrontar un escenario incierto. Los medios ya dieron cuenta de la variabilidad de los precios en los que se concretaron las diversas operaciones que contemplaron, además, el sostenimiento de un nuevo coleccionismo ya señalado en otras oportunidades. El entusiasmo generalizado de quienes participaron como miembros de la oferta y comentaron la eficacia económica de esta edición, en la que cohabitaron piezas con precios cercanos a los u$s 450.000 y trabajos instalados en la zona de los u$s 1.000, indica de manera contundente la eficacia de ArteBA para sostener un circuito mercantil que reconoce una retracción importante de su actividad en el marco de un ritmo ralentizado a nivel global que va en el orden del 12%.

 

La feria supo repetir los aciertos de su puesta anterior y combinó adecuadamente la propuesta comercial general con ese otro mercado del arte específico que involucra la gestión de las instituciones, y que termina impactando en el desarrollo de nuevos discursos en torno al arte contemporáneo. La adquisición del Museo Nacional de Bellas Artes de la obra de Oscar Bony como reconocimiento a la trayectoria del artista, o del MALBA, que incorporó piezas de Marcelo Benítez, María Martorell, Flor Martorell, Joan Wall, Laura Ojeda Bär, Sandro Pereira y Martín Legón para reforzar, en la amplia mayoría de los casos, el perfil más surrealista del arte latinoamericano, son solo dos ejemplos en este sentido de los varios que se registraron en el transcurso de la feria.  


Esto mismo nos permite afirmar que muy lejos de presentarse simplemente como un formato especulativo de alto impacto mediático, la plataforma ferial se sostiene desde una gestualidad curatorial que pretende convertirse en un recorte conceptual que registre y movilice la escena artística local de manera multifocal: expone la vigencia o historicidad de determinados estilos, presenta sus posibles líneas de continuidad o las discontinuidades, y concita la atención del paseante curioso y del público del arte, que confluyen en un «evento cultural» performático que supo construir ciertas estabilidades. Su ya famosa sección «Utopía» es el lugar para las búsquedas más experimentales. Con Ohno como una de las apuestas más sólidas en términos de montaje y exhibición, el sector mostró una mejora respecto de sus presentaciones anteriores, aunque podría señalarse una falta de cohesión que fue mejor resuelta en la sección principal, en donde pudo advertirse un guiño fuerte hacia el diálogo con las instituciones. Los trabajos de Dalila Puzzovio o de Charlie Squirru presentados en el stand de Rolf, la «Terraza» de Lino Enea Spilimbergo o sus «Seres humildes» en el de Roldán, los maestros cinéticos de Del Infinito y las abstracciones históricas de Alejandro Faggioni apuntan en esa dirección y desmarcan a la feria del nicho contemporáneo proponiendo una conversación más amplia.  

 

Los impulsos del arte, sus pretensiones comerciales, sus raíces específicamente mercantiles y las narrativas con vocación crítica que desde allí se disparan se dieron cita, una vez más, en una convocatoria que sigue manifestándose como el centro de la agenda cultural local. Una gran vidriera baudelaireana que nos permite reflexionar sobre el campo y pasear, con ojo crítico pero sensible, por los circuitos del arte y sus potentes intermediaciones. 

 

* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


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