(MANUELITA ROSAS)

Himno. Imprenta del Estado. Buenos Aires. 1851.

Muy raro impreso litográfico federal. Medidas: 27 x 20,7 cm. Ejemplar con pérdidas marginales. La obra se encuentra enmarcada.

Se trata de un Himno laudatorio dirigido a Manuelita de Rosas y Ezcurra por el Comercio Nacional de Buenos Aires, según los estudios de Bernardo Illari (1), su autor fue Juan P. Esnaola -principalmente músico-, cuya filiación política en tiempos de Rosas aún es una encrucijada: ¿era “el músico federal por excelencia”, como aseguraba Fermín Chávez, o estamos ante un unitario en sordina, que incluso fue incorporado en 1840 al batallón Libertad integrando un grupo de doscientos “unitarios tomados pa el servicio de las armas” -en aquellos casos se encarcelaba al reo y se le colocaban grillos hasta incorporarlo a las filas-, de modo que, si ese fue el derrotero de Esnaola hasta ingresar a dicho batallón, es probable que haya recibido un indulto, quizás un gesto de la propia Manuelita Rosas, actitud que fuera premiada con varias canciones desde 1842 en adelante. En ese año, el vate fue nombrado Capitán honorario del Cuerpo de Serenos, y ya en 1851 se publicó en la Gaceta Mercantil su juramento de “sacrificar sus vidas, haberes y famas, defendiendo bajo la sabia dirección del Ilustre General Rosas, la Independencia y Gloria de la Patria”. 

Al margen de tantos interrogantes, cabe pensar que esta  impresión litográfica le fue entregada a Manuelita el 28 de octubre de 1851, en el homenaje celebrado en el Teatro Coliseo por iniciativa de “distinguidos federales” (2), quienes habían impulsado la realización de un importante retrato, obra de Prilidiano Pueyrredón, que aquel día le fue presentado. Aquel óleo hoy se conserva en el Museo Nacional de Bellas Artes.

El mensaje político del imponente retrato y del gesto de Manuelita, lo indica Roberto Amigo en la obra citada, marca “la supresión de límites entre lo privado y lo público”, resaltando en la hija del gobernador, tanto la piedad como el amor filial. 

En un principio había prosperado la idea de llevar la imagen pictórica a la piedra litográfica, para que todos se retiraran del Teatro con una copia, lámina hasta aquí desconocida. Quizás, ¿por qué no pensarlo?, el souvenir político obsequiado a los presentes fue finalmente la poesía de Esnaola?, la que destaca la bonhomía de la joven frente al “huracán de la guerra”. No olvidemos que el régimen transitaba su ocaso y se acercaba a la inminente batalla que acabó con el gobierno federal menos de cien días más tarde.

El tenor del poema se centra en la personalidad de la joven, tan apreciada por los federales e incluso, por los unitarios que recibieron sus favores humanitarios en tantas ocasiones, y la pluma del vate, sorprendente, no menciona siquiera a su padre, el gobernador bonaerense. Quizás, como lo indica Bernardo Illari, en el propio Esnaola, “cualquier signo de adhesión a Rosas fue el resultado de una necesidad coyuntural y no de sus convicciones”. (3) 

Al final de la misma se lee:

Ninguna gloria exede (sic)

A la que tu has ganado 

Tendiendo al desgraciado

Tu brazo salvador.

Y cuando ya no alcanza

Tu fuerza protectora,

Tu lloras con quien llora

Y alivias su dolor.

Hemos estudiado otros homenajes expresados a través de poesías, como la que en 1842 le obsequiaran para su cumpleaños los miembros del Batallón 3° de Patricios, cuyo mensaje concluía con una voz esperanzada que afirmaba: “(...) ella sabe si ha podido ninguno halagarla más.” Los versos de Esnaola -sin firmar en el impreso- van por la misma huella de alabanza.

Nota: 

1. Así lo indica Bernardo Illari, en su artículo Esnaola contra Rosas, publicado en la Revista Argentina de Musicología 11 (2010).

2. Roberto Amigo, en Prilidiano Pueyrredon, Ediciones Banco Velox, Buenos Aires, 1999, pp. 36-37.

3. Bernardo Illari, ob. cit., p. 67.

Agradecemos la información brindada por Carlos Vertanessian, autor de la obra “Juan Manuel de Rosas. El retrato imposible. Imagen y poder en el Río de la Plata”. Ediciones Reflejo del Plata.